lunes, 25 de febrero de 2019

DE BARCELONA A MADRID, PASANDO POR WATERLOO

Viñeta: Ferreres (ara.cat)

Dicen que Doña Inés nos deja, voto a tal, que diría Don Juan, comenta el poeta romántico del barrio.
De Barcelona a Madrid, pasando por Waterloo y dando caña. Qué pena que se nos vaya, la encontraremos a faltar, se lamenta la cuñada del dentista.
Qué descanso, por fin en la lejanía, dice la sobrina de la peluquera.
Ya no podremos entretenernos con sus carteles desmontando a los visionarios Quim Torra y Puigdemont: "La República no existe, idiotas", apunta la vecina taxista.
Oiga, que ella no les llama "idiotas", y además es cierto que la República no existe, lo que hay es voluntad de República, afirma un desconocido.
Dejaremos de oír vaticinios apocalípticos al lado del Zoo de Barcelona, en el Parlament, añade la vidente del barrio.
Esto del zoo será una metáfora, ¿no?, pregunta la nieta del anarquista.
No, no, real como la vida misma: cuando no hay voces ni gritos en el Parlament, se oyen los graznidos de los pavos reales y los rugidos de los leones del Zoo, situado al lado mismo del noble edificio, antigua fortaleza militar fundada por Felipe V, y, más tarde, ciudadela del ejército napoleónico, explica el politólogo.
Sin olvidar a los monos, las jirafas, los elefantes, los hipopótamos y otros animales de familia, indica la dueña del bar.
Esto me recuerda un libro: "Mi familia y otros animales", de Gerald Durrell, que mi madre regaló a su novio, un machista bastante animal, bromea la hija de la bibliotecaria.
Una lectura muy recomendable para entender mejor las animaladas grotescas de la historia de los hombres, afirma el humorista.
¡Marchando, dos cervezas y una de calamares a la vaticana, digo a la romana!, anuncia la dueña del bar.


Viñeta: Peridis (elpais.com)

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