HISTORIAS
DE BAR
(Prescripción
facultativa: leáse con prevención en caso de catalanofobia)
A
los catorce años, en 1959 -cuenta la nieta del anarquista- mi padre
trabajaba de “botones” en el Banco Español de Crédito y un día
fue a entregar unos papeles a unas oficinas del Sindicato Vertical,
en aquel edificio siniestro de la Vía Layetana. Al entrar, un
funcionario le pidió el nombre y el apellido:
¿Este apellido es extranjero?, preguntó el funcionario.
¿Este apellido es extranjero?, preguntó el funcionario.
No,
señor, respondió el niño “botones”.
¿Eres
español?
Sí,
señor.
¿Catalán?
Bueno, he nacido en Barcelona.
Bueno, he nacido en Barcelona.
¿Hablas
en catalán?
En
casa.
¿Y
en la calle?
No,
señor.
Mejor,
chaval, no hables lenguas de perro.
Es
verdad, señor.
Entonces,
¿por qué lo hablas en casa?
No
sé..., mis padres..., además tenemos un gato y un perro.
¡Vete,
fuera de mi vista!
Si,
señor.
El
“botones”, es decir, mi padre, sale del edificio del Sindicato
Vertical, entra en un bar, toma un café con leche, va al lavabo y al
orinar se siente como un perro y levanta la pata, digo, la pierna,
concluye la nieta del anarquista.
Esto es mentira, no me creo nada, dice la cuñada del dentista.
Mi padre lo explica así, contesta la nieta del anarquista.
En mi casa han vivido cosas parecidas, confirma la sobrina de la peluquera.
Esto es mentira, no me creo nada, dice la cuñada del dentista.
Mi padre lo explica así, contesta la nieta del anarquista.
En mi casa han vivido cosas parecidas, confirma la sobrina de la peluquera.
Barbaridades
de aquel tiempo, dice el poeta romántico.
¡Pero,
señores, que ya no estamos en 1959 y tenemos sindicatos
horizontales!, advierte la fiscal del barrio.
El
coloquio de los perros, y otras novelas ejemplares, de Cervantes,
apunta la librera del barrio.
Investigaciones
de un perro, de Kafka, un monólogo que estoy preparando para el
teatro, comenta el humorista del barrio.
La ciudad y los perros, del novio de Isabel Preysler, el peruano-español Vargas Llosa, de doble nacionalidad, pero en contra del referéndum de las pequeñas naciones, indica la vidente del barrio.
La ciudad y los perros, del novio de Isabel Preysler, el peruano-español Vargas Llosa, de doble nacionalidad, pero en contra del referéndum de las pequeñas naciones, indica la vidente del barrio.
Que
hace buenas migas con el tándem Rajoy-Rivera, como Felipe González,
comenta el politólogo.
¿Por qué Mario Vargas Llosa, que tiene doble nacionalidad, peruana y española, está sin embargo en contra del referéndum de las pequeñas naciones?, pregunta la sobrina de la peluquera en tono chistoso.
¿Por qué Mario Vargas Llosa, que tiene doble nacionalidad, peruana y española, está sin embargo en contra del referéndum de las pequeñas naciones?, pregunta la sobrina de la peluquera en tono chistoso.
Por
eso mismo, porque son pequeñas nacionalidades y esos escritores,
como los novios de mi madre, aspiran a lo grande, al Planeta y al
Nobel, responde la hija de la bibliotecaria, también en tono
chistoso.
¡Marchando,
un perrito caliente y una cerveza!, grita la dueña del bar.
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