PANFLETOS EN TIEMPOS DE MUDANZA

Un cliente, desconocido, se sube a una silla del bar del barrio y nos lee el siguiente panfleto:

“¿Por qué, desde tiempos remotos, el territorio, la unidad territorial de un pueblo (lo que hoy denominaríamos unidad nacional), se convierte en una cuestión de honor y orgullo, en algo intocable, inmaculado, como un cuerpo divino al que nadie puede acercarse ni tocar, si no es para reverenciarlo, con fronteras vigiladas que ningún extraño podrá franquear sin la debida autorización?

¿Y por qué un día cualquiera esos mismos territorios, esas mismas unidades territoriales, nacionales, pueden, sin embargo, en caso de considerarlo necesario para sus intereses de mantenimiento del poderío, romper la unidad de otros territorios menos poderosos, ocuparlos, someterlos, expoliar sus riquezas naturales y las culturas nativas, propias de aquellos territorios, y todo bajo el amparo y el imperio de la ley, de “su” ley (la llamada ley del más fuerte), que transgrede y desprecia sin contemplaciones las leyes de los otros (de los más débiles en el conflicto, y que serán ilegalizadas)?

Pero todo imperio, con el paso del tiempo, sufrirá la decadencia y la caída propias de los poderosos, como ya sabemos desde la caída del Imperio Romano y otros imperios más cercanos. Ésta será la verdadera ley, la justicia del tiempo, que todo lo equilibra.”

Aplausos, abucheos, silbidos, la sobrina de la peluquera y la nieta del anarquista levantan el puño, la dueña del bar pide un poco de calma, la cuñada del dentista, el politólogo y la fiscal del barrio (que no es fiscal, sino que fiscaliza), advierten a la dueña del bar que, de seguir así, permitiendo panfletos y algaradas en el bar, acabará por perder su patrimonio. El poeta romántico, la hija de la bibliotecaria y la vidente del barrio dicen que esto suena a amenaza y denuncia de la peor especie. Las dos señoras y el politólogo, muy ofendidos, pagan el café y salen del bar dando un portazo..., pero sin levantar el brazo, apunta el humorista, evocando sin duda gestos teatrales de antaño.

Al cabo de unos minutos, los tres ofendidos regresan al bar, justo en el momento en que la hermana del informático pregunta: ¿Han leído en "La Vanguardia" los nombres de los artistas, escritores, profesores y activistas famosos de esta campaña internacional que se inició en el 2014, cuando la consulta?: Yoko Ono, Stoichkov y Viggo Mortensen, a favor del referéndum catalán 
¡No, ni ganas!, responde la cuñada del dentista.
¡Otra farsa, seguro que es un invento!, añade fiscal del barrio, que no es fiscal, sino vecina que fiscaliza por tiendas y bares, apunta siempre la dueña del bar, por si acaso...
Pues hay también otro manifiesto de escritores y artistas de aquí, catalanes, que están en contra: Cataluña: Escritores y artistas catalanes rechazan el referéndum ilegal | España | EL PAÍS, comenta el politólogo.

"Rebeldes de antaño, legalistas hogaño", como decía mi abuelo, indica la nieta del anarquista.

Aquí y allá, señoras y señores, la discordia, la tradición de despreciar cuanto ignoramos y mejor no saber, ya lo decía Antonio Machado, advierte el poeta romántico del barrio.
Eso es, usted lo ha dicho, en algunas circunstancias es mejor no saber, no dejar votar por falta de garantías, exclama la cuñada del dentista.
¡Señora, que no he dicho eso!, contesta el poeta romántico.
¡Da lo mismo, no se vota por falta de permiso de las autoridades competentes, y punto!, replica la fiscal del barrio.
Como decía un amigo de san Ignacio: "Hay que hacer panfletos en tiempos de mudanza", apunta el humorista.
¡"En tiempos de tribulación, no hacer mudanza"!, querrá decir usted, corrige la cuñada del dentista.