Comenta
el humorista del barrio -al presentar en un restaurante casero una
exposición de fotografías sobre poetas vivos y poetas muertos del
mismo barrio-, que la cultura tiene dos clases de trabajadores. Y dice
así:
“Señoras
y señores, queridas y queridos, por una parte tenemos a los
profesionales, la mayoría de ellos integrados en la orden mercenaria
(o mercedaria) de la virgen prostituida de la cultura. Con
emolumentos escasos en general, viven a trancas y barrancas, como
ranas o conejos a salto de mata, colaborando en prensa, tertulias y
todos aquellos festivales y semanas de poesía o novela,
subvencionados, que estén al alcance de su pluma, o de su agente o
relaciones públicas o lo que fuere, si lo hubiere. A trancas y
barrancas, a salto de mata, decíamos, a no ser, claro está, que les
caiga encima el gordo de Navidad, un Premio Nacional o el tan
ansiado viaje al Planeta por descubrir.
Por
otra parte, señoras y señores, queridas y queridos, tenemos a los
militantes del voluntariado cultural, generalmente personas todavía
ilusionadas por el espejismo de la cultura. Hermandad visionaria de
la que forman parte, especialmente, muchos poetas, que viven como
pueden el agridulce voluntariado poético, el cual será remunerado
con grandes subvenciones espirituales y estampitas de poesía. Los
más afortunados recibirán, a su debido tiempo, un metafísico
revival póstumo, en que el homenajeado será objeto de todo
el amor y la consideración que no tuvo en vida. Pero mejor esto que
nada, dicen los más pragmáticos de la hermandad, gatos líricos
escaldados.
Caso
aparte lo protagonizan aquellos dos o tres autores ungidos por la
moda que dicta el tripartito cultural: el autor-único, el
autor-circense y, de vez en cuando, el autor-callejero, porque “cada
cert temps la poesia ha de baixar al carrer”, como indica muy bien
el programa oficial de la Setmana de Poesia de Barcelona de este año.
Sin
embargo, la categoría más importante (ignoramos si también
rentable, aunque nada que ver con los poemarios de Panamá,
señoras y señores) es la de poeta-único, novelista-único o
artista-único. Pongamos por caso, el título de “Poeta-único-por-un-tiempo”, el cual, y sólo por un tiempo, valga la redundancia, será el más
convocado y agasajado por los medios y los profesionales públicos
de la cultura, también llamados gestores o comisarios (algunos
rumorean que se está estudiando la posibilidad de crear un unidad
policial local de anti-disturbios poéticos).
Pero,
insistimos, los que se apuntan como voluntarios a la contienda
cultural, aquellos que se entregan en alma y cuerpo al voluntariado,
a la lucha sin ánimo de lucro, son los poetas, esa hermandad de
poetas voluntarios habituados a las conferencias, debates y lecturas
no financiadas. Sólo ellos, como buenos expertos en voluntariado,
pueden moverse con cierta dignidad y escasa humillación por el filo
de la navaja (los profesionales, ya se sabe, sonríen, guiñan el ojo
o bizquean cuando oyen hablar del voluntariado poético, y esto
siempre humilla un poco, quieras o no, como diría un personaje
dostoievskiano o kafkiano).
Siempre,
señoras y señores, queridas y queridos, esos voluntarios, siempre,
siempre andan recorriendo el filo de la navaja a lo largo y ancho de
encuentros de prosa y de fines de semana de poesía. Encuentros y
semanas que se mantienen dignamente, y con escasa humillación,
mediante las subvenciones espirituales que caen del cielo o suben
del infierno, a diferencia de otros festivales y semanas, más
afincados o enraizados en tierra pródiga y sembrada con abono
público. Eso es todo, gracias”.
Calla
el humorista y aplauden diez o quince voluntarios, más los
familiares presentes de los poetas vivos y de los poetas muertos, la
sobrina de la peluquera, el politólogo del barrio y la dueña del
bar.
El
poeta del barrio, que participó en una feria poética en la que
recibió como regalo una gallina ponedora, sale del bar dando un
portazo.
Humillado
y ofendido, dicen algunos.
No,
que va a ver si la gallina ponedora “ha puesto un huevo, ha puesto
dos...”, canta la dueña del bar.
Si
por lo menos hay para una tortilla a la francesa..., replica la nieta
del anarquista.
16 comentarios:
Eso es un insulto a los profesionales, no hay derecho!
Si no fuera por los voluntarios ya no existiría la civilización europea, tragada por los grandes mamíferos voraces e insaciables.
¿Esta Pensión no es un nido de francmasones?
PERO ENCARA QUEDAN PROFESIONALS?...SI ES AIXI,"ONDE,ONDE"?.
Ese voluntariado comparte el mismo espíritu de aquellos inocentes niños del Domund. Se entregan a la poesía, una causa abstracta, que requiere fe y confianza en recibir el premio en el otro mundo. El planeta necesita voluntarios si quiere sobrevivir al caos, o no.
Hay profesionales y profesionales. En todos los campos. Véase el campo político de la transición, con el planteamiento de un futuro digno y democrático, que superara la indignidad del franquismo. Pero que ha terminado con la dignidad política y el sentido democrático y ha institucionalizado la corrupción en todo el sistema, profesionalmente. A veces, en nombre de la profesionalidad, se comenten las más grandes injusticias.
"Los profesionales", película: Un poderoso hacendado tejano contrata a cuatro mercenarios, especialistas en misiones peligrosas, para que rescaten a su mujer, que ha sido secuestrada por Jesús Raza, cabecilla de una banda de revolucionarios mejicanos (www.filmaffinity.com).
En las mafias (también en las culturales) habita mucho profesional.
Bueno, está bien eso del voluntariado: para pensionistas, marginados y fracasados.
Gracias a los voluntarios, hay refugiados que sobreviven a la secta de los gobiernos profesionales y cínicos.
¿Un nuevo exterminio? ¿Para cuándo la instalación de nuevas cámaras de gas?
"Un espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo. Contra
este espectro se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la
vieja Europa, el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses
y los polizontes alemanes."
"El manifiesto comunista" /
Fundación de Investigaciones Marxistas
C/ Olimpo 35, 28043, Madrid
Teléfono: 91 3004969 - Fax: 91 3004744
correo-e: info@fim.org.es
¡AH, ESOS POETAS, SIEMPRE TAN QUEJICAS Y MELODRAMÁTICOS!
En cuanto veo a un poeta, doblo la esquina y desaparezco del mapa. No conozco a gente más insensible y fingidora que los poetas, inéditos o no, qué coñazo sus versos lamecorazones y otras cosas que no digo!
¡Por una tierra llena de prosa rentable!
Otro gallo nos cantaría si hubiera menos poeta gallina cantando.
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