Un
alcalde entra a dedo, "a dedo gordo de Puigdemont", el
presidente de la Generalitat, para que lo substituya para gobernar
Girona, y lo primero que se le ocurre, como si estuviera en una
empresa privada y no en un alcaldía, es proponer un aumento de
sueldo, argumentando que en su trabajo anterior cobraba más, explica
la cuñada del dentista.
Bueno, él ha dicho que en realidad proponía un aumento
de sueldo para el bien de los futuros alcaldes, apunta la dueña
del bar.
¿Que es una broma?, pregunta la fiscal del
barrio.
Siguió adelante y pactó con Ciudadanos porque Esquerra
Republicana no aceptó el "dedazo", dice la nieta del
anarquista .
Pero más tarde, oh, sorpresa, Ciudadanos se lo
piensa tres veces, no le gusta el independentismo del nuevo alcalde y
deciden no apoyarlo, añade la hermana del informático.
Pues
bien, ahora nos dice el alcalde que ha pactado de una manera firme
con el PSC, pero que dimite, dejando, así, el pastel envuelto y bien
envuelto (otros dirían atado y bien atado) para la alcaldesa que
viene a substituirlo. Y además habla de conjuras en su contra,
aunque admite algún que otro error propio, explica el politólogo
del barrio.
¡Menos mal, vaya cansancio ser alcalde nombrado a
dedo!, exclama la sobrina de la peluquera.
Hay una novela de Fernando Vallejo que se titula Mi hermano el alcalde, dice la librera del barrio.
Hay una novela de Fernando Vallejo que se titula Mi hermano el alcalde, dice la librera del barrio.
¿Y cuánto cobrará el
nuevo alcalde o alcaldesa?, pregunta la dueña del bar.
¿Con
aumento o sin aumento?, responde con otra pregunta el humorista del
barrio.
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