8 DE ABRIL, CARTA DE AMOR ANÓNIMA, CARTA MAGNA Y LA CREMA CATALANA

En el bar del barrio a todos nos ha sorprendido que la sobrina de la peluquera nos mostrara, esta mañana, una carta anónima que recibió ayer lunes, y que nos la leyera en voz alta. Dice así la carta:

“Estimada amiga, le hago saber que antaño fui humillada por una carta de amor, anónima, que me envió el poeta romántico del barrio, que usted y los amigos del bar conocen bien, y quiero que se sepa y hacerlo público a través de usted, querida amiga, a fin de que desconfíen de los poemas y las frases amorosas que el poeta les pueda dedicar. Por otra parte, me dice que soy peluquera, cuando todo el mundo sabe que soy enfermera: doble humillación. 
El contenido de la carta es el siguiente:

Querida ninfa del lago, es posible que más allá de los componentes bioquímicos, si no es usted loba, gallina, caimán o chimpancé, podríamos experimentar juntos, propiamente hablando, un sentir que no fuera propio de cocodrilos, camellos, asnos u orangutanes, y que, mi querida ninfa del lago (además de peluquera), podríamos llamar, con toda propiedad, amor.

Devotamente, su...”.

Éste es el texto, señoras y señores, dice la sobrina de la peluquera en el bar. Y noten, añade, que estamos antes dos anónimos: una carta que me envían a mí y, dentro de esta carta, otro anónimo, la carta dirigida a una supuesta peluquera que, en realidad, dice que es enfermera. Dos anónimos, pues, uno dentro del otro. Por otro lado, ni mi tía ni yo, que somos peluqueras, tenemos nada que ver con ese maldito embrollo de los anónimos.

El poeta romántico del barrio, al escuchar a la sobrina de la peluquera, protesta, se indigna por la carta anónima que lo inculpa de falsedad poética y dice que es objeto de una calumnia por parte de alguien del barrio, hombre o mujer. Será algún editor, crítico literario o un poeta resentido (hombre o mujer, repite) a quien no habré dedicado alguno de mis sonetos.

La dueña del bar comenta que no imagina quién puede ser el autor del anónimo.

Pobre poeta, a sus años..., se compadece y reprueba a la vez la cuñada del dentista.

¡Ni pobre poeta ni años ni nada!, esto es una infamia, exclama el poeta romántico del barrio. Se burlan de la delicadeza de uno, ya lo decía Rimbaud: “Par délicatesse / J'ai perdu ma vie”.
(Pausa.)
Alguna novia resentida, quizá abandonada en sus años mozos de poeta bohemio, bromea la nieta del anarquista.

¡Niña, que nunca he sido poeta bohemio! ¡No he rimado nunca sonetos en la mesa de ninguna bodega de mala muerte, como otros, y por las mañanas vengo al bar del barrio a desayunar, eso es todo!

No se altere, hombre, que también los poetas echan una cana al aire o a la brisa fresca de la noche, sean canosos, teñidos o calvos, dice el humorista del barrio.

Basta, basta, tengamos la fiesta en paz, que hoy es martes, 8 de abril, y votaremos por fin en el Congreso de los Diputados en contra del derecho a decidir de Catalunya, como es lógico, indica el politólogo.

¡O a favor!, querido, a favor!, responde la dueña del bar.

¡A favor o en contra, me reconocerán que esa carta anónima de amor es más divertida que la carta magna!, exclama el humorista del barrio.

¡Menos guasa, que el afectado soy yo!, advierte el poeta romántico del barrio.

¡La Carta Magna Constitucional sí que es estupenda, y nos vamos a divertir viendo a los catalanistas saliendo derrotados del Congreso!, vaticina la cuñada del dentista.
(Pausa.)

“Oh, benvinguts, passeu, passeu, de les tristors en farem fum. / A casa meva és casa vostra si és que hi ha cases d'algú”, canta de pronto la hermana del informático. 
"La carta anónima, la carta magna, dicen que dijo..., no es crema catalana!", entona la nieta del anarquista.
¡Digan lo que digan, yo digo que hay confusión e infamia en medio del camino! ¡Yo no conozco a esta señora anónima o enfermera!, exclama el poeta romántico, volviendo a lo suyo, malhumorado.
¡Y así no se hace poema ni camino al andar, visca el Barça, visca Catalunya!, bromea el humorista del barrio.
Vale, vale, un café para todos y acabemos cantando (y pagando), concluye la dueña del bar.