Cuentan en el barrio que ciertos políticos, con la excusa
de la crisis que han provocado ellos mismos y sus financieros, tienen
la esperanza de poder cerrar un día todos los hospitales públicos,
las escuelas, las emisoras de radio y televisiones públicas
(caso Valencia con el canal 9 de TV), centro cívicos y bibliotecas,
todo lo que sea público.
Dicen que sus hijos ya van a las
escuelas y universidades privadas más caras de España, mientras
ellos, los padres y madres, son operados de apendicitis o les abultan
los labios, les estiran la piel y les esconden las arrugas bajo un
piegue detrás de la oreja, les tapan la calvicie con pelo de caballo
azabache y salen de la clínica privada hechos unos zorros
monstruosos, muertos vivientes que aterrorizan a niños y mayores. O
bien, dan a luz (santa luz, sí a la vida, dicen, ¿y quién dice
no?) en los hospitales privados más caros, con más aparatos de
televisión y buena cocina, dicen.
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