"Un año en la vida de todos nosotros", un artículo magnífico de Juan Cruz sobre el poemario, Blanco Spirituals, de Félix Grande (El País, "Babelia", 31.8.2013), un libro que nos abrió un mundo poético a los que queríamos aprender "el oficio de poeta", como diría Pavese.
Era en 1966, y la realidad española empujaba a "escribir los versos más tristes" y airados, hoy diríamos "indignados". Como los de Blanco Spirituals, unos poemas con las palabras malheridas por la realidad, y cicatrizadas quizá mediante la música y la literatura, y por la acción de la memoria, cuando ésta se transforma y se hace poema, "música amenazada", como escribe Félix Grande.
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Nota al margen:
Con
un grupo de amigos (Gabriel Moreras, Montserrat Martí y dos personas
más), jóvenes artistas airados y sin futuro, fuimos a visitar al
poeta Félix Grande y a Francisca Aguirre (que descubriríamos más
tarde como una gran poeta también), en una casa de Ocata, un pueblo
marinero cercano a Barcelona, que otros dos amigos habían alquilado,
la actriz de teatro Beatriz Lahoz, que se suicidó muy joven, y
Manuel Herrero, traductor y escritor que después tradujo Las
criadas, de Jean Genet (la misma traducción que utilizó Nuria
Espert para su estreno en Barcelona).
Félix Grande, en aquel año, 1965, acababa de publicar su poemario Música amenazada, galardonado con el Premio Guipúzcoa de Poesia, compartido con Gloria Fuertes por su libro, Ni tiro, ni veneno, ni navaja, ambos publicados por José Batlló en la Col. El Bardo.
Recuerdo aún cómo Félix Grande, aquella mañana de verano, en la terraza de un casa de Ocata, tocaba a la guitarra una y otra vez el "Romance anónimo", la composición que se popularizó gracias a la película "Juegos prohibidos", de René Clement, y a la grabación que hiciera Narciso Yepes.
Un año después, en 1966, Félix Grande publicaría Blanco Spirituals, Premio Casa de las Américas.
Félix Grande, en aquel año, 1965, acababa de publicar su poemario Música amenazada, galardonado con el Premio Guipúzcoa de Poesia, compartido con Gloria Fuertes por su libro, Ni tiro, ni veneno, ni navaja, ambos publicados por José Batlló en la Col. El Bardo.
Recuerdo aún cómo Félix Grande, aquella mañana de verano, en la terraza de un casa de Ocata, tocaba a la guitarra una y otra vez el "Romance anónimo", la composición que se popularizó gracias a la película "Juegos prohibidos", de René Clement, y a la grabación que hiciera Narciso Yepes.
Un año después, en 1966, Félix Grande publicaría Blanco Spirituals, Premio Casa de las Américas.
14 comentarios:
A Jesús Aumatell Molas, Pura Salceda y 2 personas más les gusta esto.
A.T.: Por error técnico, me ha desaparecido el post anterior, no ha sido por espionaje poético-político.
Hace 13 horas · Me gusta
Rafael Blanco: !!Menos mal!!
Hace 8 horas · Ya no me gusta · 1
Rafael Blanco
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Isofra Sapin Cantona
La poesía de Félix Grande me abrió el camino, no sólo a su espléndida poesía, sino al mundo de la poesía en general, y se lo agradezco de corazón.
"Blanco Spirituals" rompió con las formas de la poesía convencional española de la época.
Esta renovación poética coincidió también con la de Manuel Vázquez Montalbán y su "Una educación sentimental, y el Pere Gimferrer posterior a "Arde el mar", que aún sonaba demasiado a Vicente Aleixandre.
"Las piedras", "Música amenazada", "Blanco Spirituals", "Puedo escribir los versos más tristes esta noche", "Las rubáiyátas de Horacio Martín", y su último y magnífico "Libro de familia", entre otros, son títulos que recuerdo y me gusta releer, sin olvidar sus relatos y sus memorias sobre el flamenco.
Y Francisca Aguirre, su compañera, otra gran poeta que hemos descubierto no hace mucho. Y su hija, Guadalupe Grande, otra poeta que está creciendo cada día más. Estirpe de poetas.
Poetas, poetas, poetas... Menos políticos sin luces y más poetas iluminados en la casa encendida.
Cuidado con el fuego sagrado, que no todo es poesía, y la calle es la calle y no un ámbito o rúa cosuetudinaria, parodiando de memoria a Juan de Mairena.
Pero en Galicia es la rúa, la rúa de cada día.
Bien, señores, haya paz, que todos, tarde o temprano, llegaremos al Parnaso.
Unos más que otros, como decían en la rebelión de la Granja.
Me apunto al viaje del Parnaso cervantino, y a tirarnos poemarios y sonetos sueltos, de punta, a la cabeza.
Volviendo a la seriedad, quiero decir que, para mí, cada poema de Félix Grande es como un pedazo de tierra doliente, un fragmento de música amenazada, un blanco spirituals herido.
Me gusta que alguien hable de poesía en este blog. Que tanta política, no nos deja ver los árboles ni el bosque.
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