Dicen en el barrio que los que no quieren dimitir piden a los otros que abdiquen.
Y los que no abdican piden a los otros que dimitan.
De modo que aquí nadie dimite ni abdica, a diferencia del Papa Francisco, perdón, del Papa emérito Benedicto, queremos decir, que esta casa es ya un lío papal y una ruina con tantas coronas, diputados e imputados.
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