Aquí comienza el riesgo. Es mejor escribir un poema, advierte el poeta romántico del barrio, con buenas metáforas, y por muy íntimo y sugerente que sea el contenido, casi nadie se enterará de la acción real que precede al poema.
Es decir, que nadie sabrá, al leer el poema, qué es lo que le ocurrió realmente al sujeto poético o poeta antes de escribir dicho poema.
Es decir, que nadie sabrá, al leer el poema, qué es lo que le ocurrió realmente al sujeto poético o poeta antes de escribir dicho poema.
Cree el poeta romántico del barrio que la palabra escrita tiene una ventaja sobre la imagen (no hablamos aquí de imágenes abstractas): no es tan explícita, y mucho menos en poesía.
En poesía se pueden decir mucha cosas sin decirlas exactamente. Así la vida privada queda más resguardada, entre algodones de metáforas, a no ser que seas un François Villon o un Jean Genet y no tengas reparos en decir las cosas por su nombre, dice el poeta romántico del barrio.
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