sábado, 11 de diciembre de 2010

SEDICIÓN POÉTICA
















Corre un extraño rumor por el barrio, dice el representante de cavas y licores mientras pide un café con leche y una tostada. Él también escribe versos los fines de semana y no comprende por qué se acusa de sabotaje poético a unos cuantos vecinos que también lo hacían, escribir versos, e iban a lecturas de poesía los martes y jueves. Dice que muchos de ellos se han levantado y se han fugado del acto al que asistían: una lectura de unos treinta poetas, en una librería, lectura que al parecer se prolongaba demasiado en la noche. Pues bien, al día siguiente se declaró el estado de alarma en el mundo poético de la ciudad, y los fugados han recibido una notificación oficial donde se les acusa de absentismo y sabotaje de un acto poético.
Espero que no vayan a crear un tribunal militar de poetas, dice la nieta del desertor del barrio (desertó de los dos bandos durante la guerra civil), y los presenten como delincuentes y traidores a la patria poética ante la opinión pública.
Siempre habrá viajes frustrados, aviones que no vuelan, poemas que no se escriben, lecturas que empiezan y nunca acaban o acaban mal, comenta el cristalero ecuatoriano, pero no por ello debe instaurarse el estado de alarma y militarizar a los poetas que se ausentan durante una lectura, aunque no deja de ser un proceder reprobable y de máxima gravedad.
Calificar con los epítetos de "sedición y sabotaje poético", dice la hija del poeta romántico, calificar así a los que hacen dejación de su deber poético y salen de la sala o librería en plena lectura, con el consiguiente forcejeo al abrirse paso entre la concentración de poetas, merece un castigo ejemplar, nadie lo duda, pero sin necesidad de declarar el estado de alarma, militarizar a los poetas que se han fugado haciéndose los ausentes, y arrojarlos a las fauces de la opinión pública.
Qué duda cabe, no hay peor enemigo que un poeta contrariado que hace alianza con la opinión pública, a la caza de los saboteadores de actos y viajes poéticos organizados (con descuentos), opina la madre de la chica casada con un poeta lírico.
Hace cuarenta años que escribe versos los fines de semana, dice el vendedor de lotería del barrio, y hace también cuarenta años que nadie se los quiere publicar, y sin embargo no va por ahí acusando a los demás de sabotaje poético. Todo lo más, fortuna adversa, poca relación y otra mala jugada de dados.














El becario del suplente del cronista

3 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

La cosa viene de lejos, el primer estado de alarma contra poetas lo declaró Platón.

Salud

Francesc Cornadó

albert tugues dijo...

sabotaje.
(Del fr. sabotage).

1. m. Daño o deterioro que en las instalaciones, productos, etc., se hace como procedimiento de lucha contra los patronos, contra el Estado o contra las fuerzas de ocupación en conflictos sociales o políticos.
2. m. Oposición u obstrucción disimulada contra proyectos, órdenes, decisiones, ideas, etc.

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albert tugues dijo...

Es verdad, Platón fue pionero en desplazar a los poetas de las repúblicas. Pero él, en el fondo, creo que buscaba más una renovación de la poética, es decir, que los poetas de su tiempo no imitaran en sus poemas las historias de los dioses, semidioses y héroes protegidos, y se ocuparan más de los asuntos humanos, de la tierra. Actualmente, pienso que Platón, poeta-filósofo, estaría también al lado de los poetas "no somia-truites", que diría Gabriel Ferrater.

La hija vanguardista del poeta romántico del barrio