Los papeles que surgieron del frío, que un policía despistado extravió por la calle y que treinta días más tarde aparecen esparcidos por las aceras de la Vía Augusta, de Barcelona, donde los encuentra por la noche un ciudadano que paseaba al perro y los entrega a una emisora de radio, que divulga la noticia. Sin embargo, no peligra la seguridad del Papa ni la de los otros ciudadanos, declaran los responsables de la seguridad española y catalana.
"Dios nos pille confesados!", exclaman algunos vecinos de la Sagrada Familia.
"Un poco raro todo el asunto", opina un vecino que da un rodeo para llegar a casa, y que al saludarme confunde mi primer apellido con el segundo, ambos iguales de raros y sospechosos.
El becario del suplente del cronista
1 comentario:
Algunos pierden los calzoncillos hasta llevándolos puestos.
Salud
Francesc Cornadó
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