Vengo observando que algunos colaboradores de este blog exigen nuevas estéticas, nuevos modos de creación y ética artística, personal e incluso social. ¿No son tal vez muy exigentes con los pobres mortales, con los pobres poetas, novelistas, escultores, pintores...?
Cada uno hace lo que puede, al vivir y al escribir, y creo que es de una falsa pureza exigir a los demás que sean más auténticos de lo que es posible en una sociedad como la nuestra, donde impera la hipocresía social, literaria, poética, artística desde el comienzo de los tiempos sociales, literarios, poéticos, artísticos. ¿Debemos ser tan puros y auténticos como los pintores de Altamira o Lascaux, que sabían lo que se cuece a fuego lento en una cueva, pero ignoraban lo que se trama en cualquier cóctel o vernisage? Además, seguro que los artistas plásticos primitivos no eran tan puros y auténticos como nos gusta imaginar.
No seamos tan exigentes, por favor, y conformémonos con ser personas respetuosas, poetas que sientan lo que escriben, sin menospreciar la musicalidad de una buena rima, o novelistas que tengan cosas que decirnos (la forma es secundaria, importa el fondo, pero respetando introducción, nudo y desenlace de la historia narrada o avatar humano).
No queramos ser tan geniales, y respetemos un poco el espíritu del buen hacer de cada uno. Pienso que no estamos obligados a más si nuestras pinturas o poemas rezuman sinceridad.
Un poeta liberal
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