RASPUTÍN, EL PERRO POLICÍA Y EL OLOR DEL DINERO

Entra la cuñada del dentista en el bar del barrio y nos lee un artículo de "La Razón", su periódico preferido: Oleguer Pujol: la caída del pequeño Rasputín, donde se nos informa que el hijo pequeño del expresidente Pujol "era un fervoroso de la literatura rusa, en especial de autores como Boris Pasternak, y su obra cumbre «Doctor Zhivago», cuya versión llevada al cine, protagonizada por Omar Shariff y Julie Christie, vio varias veces... Aficionado a las letras rusas, en este día tan difícil, habrá pensado en alguna obra maestra, por ejemplo en «Crimen y castigo», de Dostoyevsky. Algo duro se le viene encima", argumenta con ironía periodística "La Razón", el periódico más claro de España, añade la cuñada del dentista.

Señora, lo más claro y kafkiano es el perro policía husmeando dinero oculto en la casa del hijo pequeño de los Pujol, dice la sobrina de la peluquera. Husmeando en vano.

¿Ignora la policía española que el dinero no huele? Pecunia non olet, como dijo el emperador Vespasiano haciendo oler a su hijo una moneda de oro, comenta el politólogo del barrio. El emperador respondía así a las recriminaciones de su hijo por poner una tasa sobre la orina que los artesanos recogían a diario de las letrinas públicas, orina que utilizaban para adobar pieles y como amoníaco para lavar y blanquear las togas, explica el politólogo del barrio.

¿No enviarán también perros policías a husmear en las casas de Bárcenas, Blesa, Rodrigo Rato, Acebes, la Junta de Andalucía, el PP valenciano, etc.?, pregunta la nieta del anarquista.

Niña, no prevariques, que nuestro ministro del Interior es recurrente y ya sabe lo que se hace, advierte la cuñada del dentista. No le toques mucho las narices, que igual os impugna esta consulta de segunda división y vais a parar otra vez al Constitucional.

Digan lo que digan, iremos a votar, aunque las urnas estén en la Conchinchina, contesta la sobrina de la peluquera.

Ahora me preocupa mucho una cosa, dice el poeta romántico del barrio: que mis poemas huelan mal y puedan ser descubiertos un día en un registro policial motivado por la denuncia de algún marido despechado. Ya saben que hay tintas tipográficas que tienen un olor muy fuerte, añade.

¿Lo ve, querido poeta? Ésta es la ventaja sobre la poesía: las monedas de oro que provienen de las letrinas públicas del Imperio Romano y de las cloacas de otros Estados no huelen mal, no tienen un olor especial, y además, por si acaso, son blanqueadas en la construcción de molinos de viento, grandes superficies, restaurantes ecológicos y prostíbulos postmodernos, de tal modo que huelen como las monedas corrientes y no hay perro policía que las detecte, indica la nieta del anarquista.

¡Caramba con la nieta pacifista, cada vez se parece más a su abuelo, tintorero guerrillero!, exclama el humorista del barrio.

¡Menos chanza y más tortilla de patata, que está caliente!, responde la dueña del bar.