Malos tiempos: fanatismos, más guerra, explosiones por
todas partes y ningún diálogo, comenta la dueña del bar.
El lenguaje ciego y sordo de la muerte, dice el poeta romántico del barrio.
Menos metáforas, menos amenazas y más palabras de concordia, sugiere el politólogo.
¡Como en España, donde todo es diálogo y nunca hay electoralismo!, bromea la sobrina de la peluquera.
"El Gobierno corrige la oferta de Malí tras el atentado en el hotel de Bamako. El ministro Margallo había confirmado la intención de sustituir a las tropas francesas en esos territorios", dice la prensa, ¡vaya unidad europea!, exclama la cuñada del dentista. Esto me recuerda la "Marcha Verde".
Y a todo eso, Catalunya con la economía intervenida, no sea que vayan a gastar el dinero del FLA con banderolas y cohetes verbeneros independentistas, ¡ya era hora, señores, un poco de control!, comenta la vecina aficionada a leer los asuntos fiscales.
Lo que decíamos antes, no hay nada como un buen diálogo, ironiza la nieta del anarquista.
¿El diálogo es cosa de dos o de uno solo?, lo pregunta porque todo cambia y ya no están de moda los diálogos platónicos, dice el sofista del barrio.
Malos tiempos, incluso para muchos de esos que se autoproclaman progresistas y revolucionarios, y resulta que defienden el derecho a decidir y la justicia social de los pueblos, pero con excepciones hispánicas, como hace mi madre con algunos novios colombianos, comenta la hija de la bibliotecaria.
El lenguaje ciego y sordo de la muerte, dice el poeta romántico del barrio.
Menos metáforas, menos amenazas y más palabras de concordia, sugiere el politólogo.
¡Como en España, donde todo es diálogo y nunca hay electoralismo!, bromea la sobrina de la peluquera.
"El Gobierno corrige la oferta de Malí tras el atentado en el hotel de Bamako. El ministro Margallo había confirmado la intención de sustituir a las tropas francesas en esos territorios", dice la prensa, ¡vaya unidad europea!, exclama la cuñada del dentista. Esto me recuerda la "Marcha Verde".
Y a todo eso, Catalunya con la economía intervenida, no sea que vayan a gastar el dinero del FLA con banderolas y cohetes verbeneros independentistas, ¡ya era hora, señores, un poco de control!, comenta la vecina aficionada a leer los asuntos fiscales.
Lo que decíamos antes, no hay nada como un buen diálogo, ironiza la nieta del anarquista.
¿El diálogo es cosa de dos o de uno solo?, lo pregunta porque todo cambia y ya no están de moda los diálogos platónicos, dice el sofista del barrio.
Malos tiempos, incluso para muchos de esos que se autoproclaman progresistas y revolucionarios, y resulta que defienden el derecho a decidir y la justicia social de los pueblos, pero con excepciones hispánicas, como hace mi madre con algunos novios colombianos, comenta la hija de la bibliotecaria.
¡Llegaron!, último libro de Fernando Vallejo, un magnífico y rebelde escritor colombiano, amigo de todos los animales, satírico público número uno de los corruptos de su país y de las cuevas vinícolas y circenses del Vaticano, comenta la librera del barrio.
Monólogo, todo es monólogo, poder y ganancia para uno mismo, no hay solución a la vista, indica el humorista.
Bueno, no seamos tan pesimistas y esperemos que todo se arregle, aunque sea cosiendo parches en los uniformes de los funcionarios y retocando los dobladillos de los pantalones de diputados y senadores bajitos, como hacía mi madre, dice la dueña del bar.
Ya. ya..., con esos gobiernos electoralistas eternos y de mordaza amplia que tenemos, ¡esto no lo arreglan ni los trajes a medida ni un Dios republicano!, exclama la hermana del informático, como si fuera una insurrecta de Fernando Vallejo.
Monólogo, todo es monólogo, poder y ganancia para uno mismo, no hay solución a la vista, indica el humorista.
Bueno, no seamos tan pesimistas y esperemos que todo se arregle, aunque sea cosiendo parches en los uniformes de los funcionarios y retocando los dobladillos de los pantalones de diputados y senadores bajitos, como hacía mi madre, dice la dueña del bar.
Ya. ya..., con esos gobiernos electoralistas eternos y de mordaza amplia que tenemos, ¡esto no lo arreglan ni los trajes a medida ni un Dios republicano!, exclama la hermana del informático, como si fuera una insurrecta de Fernando Vallejo.
Nena, no digas palabras soeces, contrarias a derecho canónico y susceptibles de desacato, advierte la fiscal del barrio
Todo son palabras, palabra muertas: Paz, Libertad, Solidaridad, Justicia Social, pero tú sigue con lo tuyo y disimula mientras fabricas más y más armamento para la paz-que-es-guerra y beneficio bursátil, y luego a cobrar los dividendos, que el muerto al hoyo y el vivo al bollo, dice el periodista del barrio.
Guerra y Paz, de Tolstoi, siempre igual, cuando no es por una causa es por otra: poder, religión, dinero, imperialismo, colonialismo, independencia, represión, el eterno retorno de las injusticias y las humillaciones de los pueblos, comenta la librera del barrio.
¡Elogio de la locura, ya lo decía don Erasmo!, exclama el humorista del barrio.
Todo son palabras, palabra muertas: Paz, Libertad, Solidaridad, Justicia Social, pero tú sigue con lo tuyo y disimula mientras fabricas más y más armamento para la paz-que-es-guerra y beneficio bursátil, y luego a cobrar los dividendos, que el muerto al hoyo y el vivo al bollo, dice el periodista del barrio.
Guerra y Paz, de Tolstoi, siempre igual, cuando no es por una causa es por otra: poder, religión, dinero, imperialismo, colonialismo, independencia, represión, el eterno retorno de las injusticias y las humillaciones de los pueblos, comenta la librera del barrio.
¡Elogio de la locura, ya lo decía don Erasmo!, exclama el humorista del barrio.