sábado, 31 de julio de 2021

EL ROBO DE UNA RAMA FLORIDA

Foto: J.X. 

Hoy, sábado, ha ido a visitarla.

El hombre del kiosco de las flores no estaba. Suele abrir sábados y domingos, pero como es verano debe estar de vacaciones.

En los jardincillos que hay dentro de la Isla II, ha cortado una rama seca, florida, y se la ha ofrecido a la novia muerta.

Más que un robo de flor, ha sido como un préstamo florido, un rapto de flor por un amor difunto.

viernes, 30 de julio de 2021

LAS FLORES DEL BALCÓN Y LA VENTANA

 Foto: J.X.

La vida había dejado de ser aquel escenario en donde él perfeccionaba sus ejercicios, aquellos saltos mortales de una página en blanco a otra.

Ya no se hacía el muerto rodeado de palabras y de flores marchitas.

Ahora, más muerto que vivo, paseaba con la novia muerta. Pero nadie lo sabía, nadie podía verlos.

Así pues, no tenía ningún motivo para seguir haciéndose el vivo.

Excepto las flores, las últimas flores. Aquellas macetas de flores y plantas del balcón y la ventana de su casa.

Las cuidaba, las regaba, las trataba con delicadeza. Si él faltaba, ¿quién las cuidaría? Vivía solo y no tenía a nadie que pudiera ayudar a las flores, cuidarlas con delicadeza.

Por ellas, pues, por esas últimas flores, debía continuar viviendo aún. Para cuidar las últimas flores de la novia muerta.

miércoles, 28 de julio de 2021

MODOS DE TRISTEZA

 J.X.

Hay quienes andan extraviados por la vida y tienen un ojo más triste que el otro.

Y hay quienes cierran los ojos para que no se les vea tan desvalidos, pero cojean de tristeza.

En suma: es la tristeza.


lunes, 26 de julio de 2021

CON UN HOMBRO INCLINADO

 Foto: J.X.

En una mano llevaba un puñado de tristeza, y en la otra mano, un puñado de amor.

Estuvo mucho tiempo sin abrir ninguna de las dos manos.

Cuando andaba por la calle procuraba mantener hombros, brazos y manos a un mismo nivel, sin inclinarlos más a un lado que al otro.

Pero, a la edad de trece años, trabajaba como aprendiz y debía cargar con pesados paquetes: unos, cuando el destino de los paquetes era nacional, hasta una Estafeta de Correos; y otros, los más pesados, con destino a delegaciones extranjeras, había que entregarlos a una Agencia de Transportes. A causa de la carga de estos paquetes, su cuerpo, aún en crecimiento, se fue desviando cada vez más hacia el costado derecho.

Desviación física de la espalda que le duró de por vida. Por tal motivo, mientras andaba, tenía que rectificar la postura para andar con el hombro derecho más erguido y mantener brazos y manos a un mismo nivel. Pero le resultaba difícil, andar así, erguido, todo el rato, y, cuando se descuidaba, el hombro derecho ya se inclinaba otra vez hacia ese lado.

De tal modo, que, en ese vaivén, no podía evitarse que también se bambolearan de un lado a otro, tanto el puñado de tristeza que encerraba una mano, como el puñado de amor que guardaba la otra, colisionando de vez en cuando en plena calle.

Era entonces, al colisionar ambas, cuando el puñado de tristeza se escapaba de la mano que la encerraba y subía a los ojos. El amor, mientras tanto, seguía resguardado en la otra mano.

(Más allá de la mitad del camino, ensayaba en la cama la postura del muerto, con los hombros bien rectos, para ser digno del amor de su novia, la novia muerta.)


domingo, 25 de julio de 2021

PREGUNTAS SIN RESPUESTA AL BORDE DEL ABISMO

 Foto: J.X.

El hombre del bar me cuenta que uno de los espíritus del bosque le hizo la siguiente revelación: “El peso del alma se aligera cuando la sangre amorosa se vierte en la sangre envenenada, la absorbe, la renueva y, al cabo de cinco noches, también la convierte en sangre amorosa.”

Si eres cautivo y estás enamorado de un amor muerto, no será nada fácil mantener el equilibrio en la cuerda floja del abismo y llegar el otro extremo, donde tal vez pretenda rescatarte un amor vivo. Pero todo será en vano. Nadie puede disolver el perfume de las flores marchitas de un amor muerto y rescatarte de ese enamoramiento abrazado a la ceniza (otros dirían “posesión maldita”), añadió el hombre del bar.

Al salir del bar, mientras volvía solo a casa, me preguntaba: ¿Pero dónde está la sangre amorosa? ¿Dónde se oculta? ¿Y cómo cruzar el vacío de amor que se abre entre la muerte y la vida, y no precipitarse al fondo del abismo?


jueves, 22 de julio de 2021

EL FINAL DE UNA BIOGRAFÍA

Foto: J.X. 

Entonces, el mundo le cayó encima.

Todo se había roto.

Nunca había visto unos ojos, una mirada como aquella, en el instante de la destrucción final. Todo se había roto.

Al contemplar aquellos ojos, al ver su mirada, pedazos grandes y afilados del mundo cayeron sobre él, y ya no se levantó del suelo.

El mundo, al precipitarse del cielo al abismo, lo había derribado y descuartizado.

El filo del cuchillo no le dejó ni un milímetro de piel sin cortar.

Nunca había visto unos ojos, una mirada como aquella, tan sola y desamparada. Como un grito silencioso al final de la destrucción. 

Él también cayó y gritó en silencio.

Todo era destrucción y llanto helado en los ojos.

Sus últimas palabras fueron: "Piensa en mí, pero no te duelas por mí. No quiero vivir más. Así, de este modo, no quiero vivir más. Perdóname."



domingo, 18 de julio de 2021

UNA CITA URGENTE

Foto: J.X.

Lo siento, no puedo detenerme, ni pararme unos segundos siquiera, lo siento, tengo una cita, tengo prisa.

Me esperan aquí cerca, pasadas dos o tres calles más, es una urgencia.

Tengo prisa, tengo una cita inevitable, no puedo detenerme, ni siquiera pararme unos segundos, lo siento, repetía.

Es una cita con la muerte, dos o tres calles más allá.

Siento la necesidad urgente de acabar de una vez, tengo prisa en morirme, lo siento, repetía otra vez, antes de salir corriendo para llegar cuanto antes a aquella cita que tenía con la muerte, con su propia muerte.

Junto a la acera, clavado a la pared de una esquina, dejó un papel escrito, doblado:

La institución matrimonial genera la obligación, el compromiso amatorio. Lo mismo puede aplicarse a las parejas de hecho, aunque en éstas, por lo general, hay un principio de vocación amorosa, que, con el paso del tiempo, se va convirtiendo también en obligación, en compromiso amatorio, propio de las parejas que se van estabilizando. El amor es otra cosa, un misterio más peligroso y hondamente doloroso, de una radicalidad inestable, mientras el individuo avanza y se extravía una y otra vez durante ese peregrinaje al amor mistérico.

Todo cambia el día en que la realidad te deja malherido, roto. Arrojado al suelo, te abre en canal y te desangra. Si lo resistes, perdiendo sangre aquí y allá, dejando un rastro de sangre por todas partes, por cualquier lugar que vayas... Si resistes a ese derramamiento, será entonces cuando vendrá a socorrerte en el último instante una sangre amorosa que se vertirá dentro de ti -un cuerpo desangrado, casi muerto-, como en una transfusión alquímica, que dará otra vida, una vida que será un herida honda, permanente, siempre abierta, en la que, a medida que se desangre, se vertirá el amor auténtico.

El amor, pues, nace de la gran herida, de la rotura más absoluta y brutal de la realidad.

Lo de antes, aquel sentir de antes, no era un sentir de amor. Y lo de después, iluminado el misterio amoroso casi al final del camino..., lo que viene después será una cita obligada, irreemplazable, a la que debes acudir por haber llegado demasiado tarde a ese desvelamiento amoroso en la vida cotidiana, por haber sentido a destiempo ese amor único, auténtico. Eso que viene después, es lo que te reclama balbuceando tu nombre y apellido, advirtiéndote que esta vez no debes llegar tarde a la próxima cita con la muerte.”

Algunos transeúntes curiosos al leer esta nota esbozaban una sonrisa irónica, girando el dedo índice en la sien en señal de locura.


sábado, 17 de julio de 2021

EL MARAVILLOSO CASO DEL COLLAR

 Foto: J.X.

Merodeaba por una calle solitaria cuando de pronto se encontró con un collar en el suelo. No resplandecía ni parecía un collar valioso. De todos modos, se lo guardó en el bolsillo, Al llegar a casa, se lo abrochó al cuello, por curiosidad. Se miró al espejo, frotó una de las cuentas de cristal y descubrió que era un collar mágico de palabras, un collar que hablaba.

El collar le advertía que si lo llevaba abrochado al cuello, quedaría suspendido en el vacío, sin caerse, oscilando, como si bailara sobre el escenario profundo y oscuro de un abismo.

Pero si se lo quitaba y lo guardaba en un pequeña caja o en un cofre, olvidándolo en el cajón de un armario, dejaría de hacer pasos de baile en el vacío y se precipitaría abismo abajo, hasta caer en lo más oscuro.

Por eso le recomendaba que se lo guardara en el bolsillo y lo tuviera siempre a mano, para abrochárselo enseguida al cuello en cualquier situación peligrosa.

Durante un tiempo las cosas fueron bien, y el collar mágico de las palabras era tan útil como unos guantes de boxeo para encajar los golpes bajos que le lanzaba la vida cotidiana. No caía derribado en la lona, ni en el vacío.

Hasta que un día, en una situación extrema, con unos golpes bajos más peligrosos que los golpes anteriores, el collar mágico de las palabras, no sólo no le ayudó en absoluto, sino que al abrochárselo al cuello de una manera precipitada, lo hizo con tan mala fortuna, que, al forzar el cierre con cierta violencia, el collar lo fue estrangulando: se quedó colgado en el aire, pero sin bailar en el vacío, sino inmóvil, hasta la caída final. Como ahorcado en la rama de un árbol que se rompe y lo arroja al fondo del abismo.

(Después de escribir este texto y de cenar un poco, he vaciado los restos de comida del plato en el cubo de la basura. He perdido el control del plato, que se ha inclinado, y el tenedor ha resbalado hacia el patio interior. Pero un protector que protege la barandilla del balcón que da al patio, lo ha prendido en su red. Ha salvado al tenedor de caer en el abismo del patio interior de la planta baja, donde no vive nadie desde hace más de una década. He devuelto el tenedor al cajón de la cocina, agradecidos -el tenedor, el plato y yo- por la boda misteriosa entre la poesía y la vida cotidiana.) 


martes, 13 de julio de 2021

EL ESPEJO

 Foto: J.X.


Estuvo muchos años sin mirarse al espejo.

Hasta que un día cayó en la tentación de volver a mirarse, y el espejo le confirmó lo que siempre había sospechado y temido: con el tiempo se le había puesto cara de criminal.

Su rostro fue adquiriendo una fisonomía atormentada. Tenía aspecto de criminal, no cabía duda, el espejo lo confirmaba.

En su rostro se revelaba toda la muerte que había infligido, lentamente, día tras día, en la delicadeza de aquel amor. Cuando la muerte se le subía a la boca, envenenaba la punta de la lengua e iba matando sin hacer ruido, con el sigilo de las palabras ambiguas.

Nadie lo acusó jamás. Era considerado un ser enamorado, y enamoradizo a su manera, bastante ingenuo: no podía verse la sangre vertida en el interior, la sangre que se derramaba por dentro de las palabras.

Pero él, finalmente, al matar aquella delicadeza amorosa, también cayó muerto en el mismo instante, solo y maldito, sin un resto de amor en la piel.

¿Murió como un perro sarnoso, abandonado?

Peor que un perro abandonado.

viernes, 9 de julio de 2021

TODO EL AMOR DEL MUNDO

 Foto: J.X.

I

Después de dar vueltas y vueltas, salió a un claro del bosque. Él no sabía que aquel era un lugar destinado a los niños que habían muerto enamorados.

Pero ningún ser vivo estaba cerca de allí para llamarle la atención y expulsarlo del recinto amoroso, como hacían en otros lugares.

Por lo tanto, se detuvo a esperar en el claro del bosque, compartiendo el lugar con los niños muertos enamorados, que, no sólo no lo rechazaban, sino que le daban la bienvenida, aunque él fuera un solitario que venía de las calles duras del desamor.

Los niños muertos enamorados le saludaban entre las flores y desde el seto que cercaba el claro del bosque.

Le dijeron que no se preocupara por el espacio, que allí, aunque no lo pareciera a simple vista, cabía todo el amor del mundo.

II

(Esas parejas de niños enamorados habían muerto de un dolor de amor que se les había clavado en las entrañas, según diagnosticó un joven médico, que luego sería acusado de locura, y perseguido y lapidado una noche de verbena en aquellas duras calles del desamor.

Cuentan que tanta fue la sangre derramada, que en los rincones de algunas calles hay aún, incrustadas en la pared, unas señales oscuras, de sangre reseca.)


jueves, 8 de julio de 2021

AQUELLAS BARRAS DE HIELO


La muerte te sube a la boca, te hiela la lengua y la parte a trozos con un punzón, como hacían los carniceros y otros tenderos con las barras de hielo para la nevera, en tu infancia.

Una infancia de barras de hielo y espíritus, cuando una hermana de tu padre, tu tía la hechicera, curaba los celos amorosos de los niños, en la trastienda, con una imposición sagrada de las manos en la cabeza. A cambio de nada, o de unas flores, a veces, que las madres le ofrecían como regalo, agradecidas por la curación de los celos amorosos del niño o la niña.

martes, 6 de julio de 2021

CUANDO RESUENAN LOS PASOS DE UNA MUERTE

Foto: J.X. 

Cuando el paso de una muerte te atropella y te arranca de raíz las puntas del corazón, ya no podrás hablar ni mirar como antes.

No podrás contemplar la realidad frente a frente. Ni hablar sobre ella, como antes. Ha pasado la muerte por tu vida.

Todo lo verás del otro lado, como si hubiera un reflejo de luz que viene de ese lado desconocido. En donde ya no pervive la palabra, ni la visión, ni la herida oscura de este mundo. Es el otro lado.

El paso de la muerte te habrá desviado la mirada, te habrá despojado de la vida y de las palabras que decías antes de la muerte, antes de esa muerte. Tendrás que aprender a mirar y a hablar otra vez. Porque, después de un largo silencio, dirás balbuceando otras palabras, las palabras después del paso de una muerte.

El corazón tendrá las puntas destrozadas. Será el desgajamiento de la herida incurable abierta por una muerte.

Tal vez un resto de amor, entre desolado y culpable, se resistirá a dejar este lado del mundo, a desaparecer bajo la nieve oscura.

Si es así, si resistes a la nieve oscura, continuarás mirando y hablando, pero de otra manera. Porque vendrán otras palabras. Las palabras manchadas por el paso de una muerte.


lunes, 5 de julio de 2021

EL PESO DEL ALMA TULLIDA

 Foto: J.X.

Si le preguntaban: ¿Por qué unos días cojeaba del pie derecho y otros días del pie izquierdo?

Él contestaba: Depende del peso. A veces el alma tullida me pesa en el lado izquierdo, y otras, me pesa en el lado derecho.

Incluso hay días en que el corazón puede equilibrar el peso tullido del alma en los pies, y entonces ambos se mantienen firmes, sin cojear. Pero esto no suele durar mucho tiempo, máximo tres o cuatro días, y después uno de los dos pies ya vuelve a cojear bajo el peso del alma tullida.

domingo, 4 de julio de 2021

LA VENDEDORA DE FLORES

 Foto: J.X.

Pasa una vendedora de flores, que canta:

Flores para los amores muertos.

Vendo flores para el amor y la muerte.

El amor, que da vida -si tienes suerte-,

tarde o temprano acabará matándote.

La intromisión de otro amor,

o la dureza de la vida cotidiana

y sus extravíos,

o la avaricia de la muerte,

que roba y acumula en su dominio

amores vivos que ella despedaza.

El amor, que da vida,

acabará dando muerte.

Vendo flores para el amor y la muerte,

vendo flores para los amores muertos.


sábado, 3 de julio de 2021

REENCUENTRO

Foto: J.X. 

Al llegar, se ha bajado la mascarilla contra la pandemia, pues temía que no le reconocieran las novias y novios del lugar.

Una de la novias, al verle acercarse, ha anunciado: “¡Ahí viene de nuevo el visitante con el ramo de las dos flores blancas, en una mano, y en la otra, la bolsa con una botella y las dos copas de champán. Avisad a la novia que se prepare para el brindis a la sombra de los cipreses!”.

Un día, acodados en la barra del bar, me confesó que nunca había conocido a nadie de trato tan delicado como los habitantes de aquel lugar, las novias y los novios muertos.

viernes, 2 de julio de 2021

EXPIACIÓN POR UN AMOR MUERTO

Foto: J.X.

“No busquen más”, dijo. “Fui yo quien lo hizo. Quien mató aquel amor y su delicadeza”, confesaba públicamente, en medio de la calle.

Ya pueden apedrearme, lapídenme por favor con las piedras más afiladas que encuentren para descuartizar al desamor”, sentenciaba él mismo. Aguantaba a pie firme en mitad de la calle, se desabrochaba la camisa y mostraba una parte del torso desnudo, muy delgado, con el alma asomando entre las costillas, por el costado del corazón. Esperaba el ataque mortífero, justiciero, de las piedras.

La gente pasaba por su lado sin hacerle caso. Aunque algunos se paraban un instante meneando la cabeza, en señal de locura, otros, la mayoría, se alejaban deprisa con una sonrisa irónica.

El supuesto criminal, pues, se quedaba otra día más sin castigo público, por aquel delito de amor que él, confesaba, había cometido por falta de delicadeza.