martes, 30 de noviembre de 2021

RESERVADO EL DERECHO DE ADMISIÓN

 Foto: J.X.


El dueño del bar se dirigió a él, que estaba de pie en la barra, y le dijo: “Ya te lo advertí ayer y hoy te lo vuelvo a decir por última vez. No quiero verte por aquí. Tienes mal aspecto. No me gusta tu cara.”

Él guardaba silencio.

Un cliente añadió: “El jefe tiene razón. Haces mala cara, pareces un muerto. Tienes cara de muerto.”

Salió del bar, sin responder y sin dar ningún portazo.

Esta vez, cuando llegó a casa, no pensó en suicidarse -como solía hacer siempre que le agobiaba la dificultad de vivir-, sino que trasplantó un geranio de flores amarillas en una de las macetas del balcón de su casa. Una maceta bajo cuya tierra había sepultado un “montón de amarillo”, un pajarillo de plumas amarillas. 

Desde que murió quien le acompañó a lo largo de muchos años, había perdido toda esperanza.


II

Un día de invierno volvió al bar (llevaba una flor marchita en el ojal de su abrigo) y dijo: “No son los vivos, sino los muertos quienes me ayudan a sobrevivir. Son ellos quienes me ponen flores marchitas en los ojales del abrigo y la chaqueta al llegar a destinos equivocados, perfumando mi ropa y mi espíritu.” Guiñó un ojo, dejó un papel con unos versos sobre la barra del bar, y se fue para no volver.

El papel decía:

Vivir, sin ti, es más que morir.

Acabar, morir contigo, es vivir de la muerte,

con las últimas flores,  junto a ti.

Ambos muertos en un amor sin fin. 


lunes, 29 de noviembre de 2021

SUBEN Y BAJAN POR LA ESCALERA

I

Salir del infierno, subir la escalera y no mirar hacia atrás.

Pero, ¿cómo evitar mirar hacia atrás?

¿Y salir a dónde, cuando las casas son un infierno y la calle otro infierno, un infierno peor?

Vayas adonde vayas, llevarás al infierno contigo.

Es la vida.


II

Cerraba los ojos al descorrer las cortinas del balcón y de la ventana.

No quería ver lo que sucedía.

No quería saber quiénes eran ni qué hacían los vecinos de las casas de enfrente, construidas cerca de la suya en aquella calle tan estrecha de un viejo barrio de la ciudad.


III

Suben y bajan.

Sigilosos, los funcionarios de la muerte suben y bajan por la escalera de casa. 

No llaman a la puerta, tan solo la rozan, como indicando que saben que estás dentro, vivo aún, pero sin voz casi, malherido por los cuchillos de la ausencia.

Espían en la escalera, suben y bajan.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

CON EL ALMA EN UN CALLEJÓN SIN SALIDA

Foto: J.X.

La vida, día a día, le recubría de hielo la piel.

Una vez que toda la piel era ya puro hielo, éste se introdujo en su cuerpo, a través de las costillas, y una punta de hielo se extendió hasta clavarse en el corazón

El hielo, que venía de la piel, no quería detenerse ahí, quería llegar más lejos, y ahora perforaba el corazón en busca del alma.

El alma se ocultaba en vano en la sangre amorosa de las entrañas, y al final fue alcanzada por varias puntas de hielo que la acorralaron.

El poema no puede ir más allá, no puede decir más, por falta de palabras que vengan del alma acorralada por el hielo.

Cuando se sentía perdido, con la vida extraviada y el alma colgando de un hilo, escribía cosas así en las paredes húmedas de un callejón sin salida.

No podía vivir solo, ni podía vivir con nadie.

Cuando acudía al consultorio médico y le recomendaban alguna prueba analítica importante, por ejemplo, una colonoscopia, una ecografía o una  biopsia, decía que sí, y luego, unos días antes de la prueba, daba cualquier excusa para anular la cita: era su forma de suicidio encubierto.

Tal era el estado de fragilidad y abandono en que le había dejado la novia muerta.

Algunos vecinos murmuraban que en el rostro de él, en los rasgos físicos de aquel vecino tan esquivo, ya se reflejaba que venía de la mala fortuna y de la mala muerte. Pero en realidad no venía de lugares de mala muerte, sino de la muerte, de la propia muerte. Venía de la muerte.

Él también conocía las últimas flores, cuyo néctar es de sangre amorosa.


domingo, 21 de noviembre de 2021

EL BESO DE LA DESPEDIDA

Foto: J.X.

Nunca más aquella voz, aquella mirada, nunca más, aquel afán de recorrer los caminos y atravesar todos los bosques, mirar los árboles y todas las flores, todos los pájaros, todas las piedras y musgos del bosque, todos los colores del cielo, todas las nubes y todos los ríos, nunca más.  

Nunca más el contacto de unos labios vivos y unos labios muertos. El último beso, un beso morado, como una violeta solitaria que se va deshojando en la habitación de un hospital.

Pero es un beso, aún, después de bajarle los párpados.

Lo peor viene después, cuando ella se queda sola, cierras la puerta y sales de la muerte, solo también, con un beso medio vivo y medio muerto en los labios.

Cuando ya nada es posible. Ni un beso medio muerto.

Salir de la muerte para entrar de nuevo en la vida, malográndola a tu pesar, resentido con ella, con la vida, con todo lo vivo que te recuerda a la muerte que llevas clavada muy adentro. 

No se puede salir de la muerte, incólume, y recomenzar la vida como si un tiempo de duelo hubiera curado la más profunda herida, aquel beso medio vivo, medio muerto, aquel beso malherido, incurable.

Todos los cuentos tienen la última página rota: el beso amoroso no pudo despertar a la durmiente hechizada, y Blancanieves muere en una recóndita morada del bosque, rodeada de árboles y el canto triste de los pájaros que entonan la despedida, mientras el beso medio vivo, medio muerto, se va río abajo con el alma de la durmiente hechizada, que el beso amoroso no pudo despertar. 

Pero en la vida hay besos más muertos aún que este último beso, dado antes de cerrar la puerta, salir de la muerte y bajar las escaleras blancas, abrir otra puerta y cruzar la calle del frío, donde todo está oscuro y desolado, buscando un contenedor para la ropa y los zapatos que se han quedado vacíos de cuerpo.

Un beso medio vivo, medio muerto, como un desgarro de pétalos marchitos que se desprenden de la flor muerta y caen bajo la lluvia, al precipicio, oliendo a flor todavía.

sábado, 20 de noviembre de 2021

LA DIFICULTAD DE VIVIR

 Foto: J.X.

¿Por qué le costaba tanto vivir?

Cada paso era como una herida.

Una herida cicatrizada que se abría de nuevo, a cada paso que daba.

Tras él, un reguero de sangre. Eran sus huellas. La memoria de su vida.

Cuando de joven fue ingresado en un hospital, hubo una enfermera de la Cruz Roja que lo identificó enseguida. “Era el sangrante”.

Tal vez la enfermera no imaginó que sus palabras eran ya todo un pronóstico. Casi una profecía para el resto de la existencia del sangrante. De esa vida que le costaba tanto vivirla, que a cada paso sangraba más. Hasta morir.

Su compañera, antes de irse de casa y abandonar la ciudad, dejó una nota que decía: "La vida sale manchada de sangre y acaba siempre ensangrentada, como un amor fracasado". 

Jamás podré olvidar esta nota escrita por la compañera de un amigo de la infancia, el sangrante. 

Jamás podré olvidarla. Jamás podré olvidarte.

martes, 16 de noviembre de 2021

EN EL FONDO DEL MAR

Foto: J.X.

El fondo del mar está lleno de enamoradas y enamorados muertos.

Enamorados de la vida, embarcaron en la balsa del sueño, pero la muerte los desengañó y los hundió.

Ella lo daba todo por él, la ilusión de otra vida, de otro mundo. Y él lo daba todo por ella, la vida, la ilusión.

En el fondo del mar, esparcidos como ramilletes de flores marchitas, los enamorados muertos se abrazan y se separan, se unen y se desatan como ramos marchitos, empujados y deshechos por las aguas profundas del fondo del mar.

El corazón sangra recostado en una piedra cubierta de algas, mientras el alma intenta desembarazarse de una red de coral y ascender del fondo del mar hacia un horizonte remoto, a donde no llegan ni las almas.

Un horizonte inalcanzable, salpicado, sin embargo, misteriosamente, por la sangre que gotea sobre una piedra cubierta de algas, en el fondo del mar.


sábado, 13 de noviembre de 2021

AMOR ENCHARCADO

 Foto: J.X.

No pueden más, pero siguen.

Malheridos, se arrastran.

Rotos, apedazados, agujereados, troceados con tijeras oxidadas, y cosidos al azar.

Otra vez descuartizados casi, y vueltos a coser, esta vez por una mano amorosa.

No piden que nadie les quiera ni les compadezca.

Se acabaron las palabras, sobran los gestos, el silencio es otro residuo.

Son el corazón y el alma, que no pueden más. Pero siguen, como un enamorado acuchillado de noche por el fracaso, clavado en el muro de piedra de la realidad, esperando en vano aún horas y horas, bajo la lluvia. Un corte, reventará las venas hinchadas de amor muerto, que se desparramará por el brazo, goteando y enrojeciendo el charco de lluvia al pie del muro.

Sin embargo, el enamorado crucificado en el muro de piedra, haciendo un esfuerzo más, podrá aún desclavarse del muro. Se caerá junto al charco, se levantará del suelo, maltrecho, y empapará el pañuelo con los restos de amor muerto que se han derramado por el brazo.

Como si recogiera en el pañuelo los pétalos rojos mojados y rasgados por la lluvia, que no quiere que los demás vean mañana al pie del muro, en el charco de la espera.

(Los más realistas opinan que murió consumido, encharcado en sangre, no por desamor exclusivamente, sino de pura fragilidad y miedo a la vida desde su infancia.)

jueves, 11 de noviembre de 2021

INTENTO DE FUGA

Foto: J.X.

Intentó fugarse.

Quería escapar.

Huir de todo y de todos.

Escapar de la primera y de la última cita, de la primera y de la última desesperación, de todos los vacíos.

Huir de todos los trabajos, de todos los accidentes.

Escapar de todos los compromisos y obligaciones, de todas las enfermedades, de todos los problemas domésticos, de todas las casas y de todas las calles.

Intentó fugarse, huir de los vivos y de los muertos.

Desaparecer en un bosque, confundido como un árbol más.

Desaparecer allá lejos, donde el mar se ilumina de noche.

Desaparecer en el desierto, escondido en un oasis o en un espejismo.

Desaparecer en la gruta secreta de una montaña.

Fugarse, huir de todas las cárceles, de todos los laberintos, del ruido ensordecedor de las voces, de todas las voces

Pero al fin cayó en su intento de fuga.

No podía escapar de sí mismo.

Se tambaleó, cayó en la calle y murió en una acera, aplastado por toda la tristeza del mundo.

Tenía una flor en el bolsillo y un papel entre las manos, con un nombre escrito y un pequeño corazón dibujado en lápiz de color. 

Una flor y un nombre amoroso era lo único que llevaba consigo en la huida, las únicas dos cosas de las que no quería escapar en su intento de fuga.


miércoles, 10 de noviembre de 2021

UNA VIDA Y LOS DADOS FALSOS

Cayó agarrado a la última palabra.

Como se agarró a la cola, podemos decir que cayó agarrado a la cola de la última palabra.

Una palabra, la última, que es puro silencio, después de tantas palabras y entrechocar de dados falsos.

Poco más podemos añadir, salvo la falta de ruido al caer.

El silencio de la caída, de su caída, agarrado a la cola de la última palabra.

Un gota de sangre y una flor marchita alrededor.

Sin dados falsos.

(Antes de caer con la última palabra, había escrito en una libreta, entre cromos pegados y dibujos:  "Los dos niños enamorados se amaron más allá de la muerte, en las grutas de todos los bosques, a escondidas de los vivos que los habían condenado.") 

domingo, 7 de noviembre de 2021

EL COMIENZO

Foto: J.X.

Entró en el bar y me confesó: "Todo cambia y todo comienza de nuevo el día en que la persona que vive a tu lado quiere morir porque su cuerpo no puede seguir sus propios pasos. No puede, su propio cuerpo, andar con ella a través de los bosques, de los ríos y el mar.

Ambos empezáis a caminar más por el vacío del otro lado que por las calles de éste.

Día a día, noche tras noche, dando la mano a la persona que vive contigo y quiere morir, bajáis y subís del otro lado.

Un paso tras otro, interminables pasos, hacia allí, hacia allá, cruzáis el límite, hacia ningún lugar, donde se acumula todo lo vivido, todo lo perdido.

Y nadie se cuidará de las flores, excepto el basurero contratado para que vaya al otro lado a recoger las últimas flores.

Sin embargo, hoy aún podéis regresar a este lado.

Es solo el comienzo.

Pero un día ella se soltará de tu mano, se irá al otro lado y tú regresarás solo a esta calle, a esta casa. 

Entonces comenzará la soledad del cuerpo y el alma, y el terror de vivir, merodeando por las esquinas del vacío, con todas las calles desérticas, a oscuras, sin saber qué hacer, palpando ausencias en un largo entramado de paredes blancas, en busca de una luz.

Toda la tristeza del mundo acumulada en la punta de los zapatos, en los dedos de los pies, que no dejan de extraviarse de un lugar a otro."

Así me lo dijo. Aunque apenas nos conocíamos. No supe qué responderle. Me quedé sin palabras, y con su tristeza.

lunes, 1 de noviembre de 2021

COMO UNA REINA

Foto: J.X. 

No pudo vivir ni morir como hubiese querido.

Soñaba: ambos desnudos y de la mano adentrándose en el mar, una noche de luna llena, muriendo abrazados mientras se hunden entre restos de naufragios.

Él la abandonó y se casó con una extranjera.

Ella anda aún callejeando por el barrio, ganándose la mala vida en las aceras.

Y aunque su día a día consiste en arrastrar los pies por las calles, viviendo de cualquier modo, dice que morirá como una reina.

Una noche se adentrará en el mar, desnuda y majestuosa como una reina. Aunque destronada y sola, la acompañará un séquito de peces rojos con escamas de oro y plata.

Coronada de algas, llevará un ramo de coral en las manos la reina ahogada.

Algunos murmuraban que ella era mi verdadera madre, y no aquella extranjera con la que se casó mi padre, comentaba la vendedora de flores, "flores para las novias muertas", como escribía en una pizarra de su kiosco, reivindicando la memoria y las flores para "todas las novias muertas de la tierra", añadía otras veces en la misma pizarra.