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Decía una escritora ayer (Rosa Montero, "Babelia", El País): "La ventaja de ser una ignorante, como yo lo soy, es que eso me ha permitido el gran festín de leer por primera vez a Cansinos-Asséns hace unas semanas".
Más adelante comenta que ya había descubierto el nombre de Cansinos-Asséns leyendo a Borges, pero que pensó que se trataba de un juego, de una mala treta bibliográfica, de otra de esas erudiciones inventadas, ficticias, de Borges. En resumen, que seguramente nunca había existido el escritor Rafael Cansinos-Asséns, ni tampoco su obra autobiográfica La novela de un literato.
De todos modos, ya existía una muy buena edición en 1995, en tres volumenes (Alianza Ed.); y en la colección de la resistente "Los Libros de la Frontera", en 1973, José Batlló había publicado también una de las muchas traducciones de Cansinos-Asséns: la extraordinaria Memorias del subsuelo, de Dostoyevski.
Está bien ser osado y reconocer la propia ignorancia, como hacía Sócrates y hace Rosa Montero en su artículo, pero aquí me interesaba señalar ese alarde, ese vanagloriarse, por parte de ciertos escritores (no me refiero ahora a Rosa Montero), de no haber leido nunca a Joyce, a Proust, a Faulkner, a Virginia Woolf (y de Kafla sólo La metamorfosis), Thomas Mann, etc. Esto se convirtió en una "pose intelectual", durante años, como también lo había sido -y lo es- decir que uno "era de izquierdas, agnóstico", y luego resultaba que la mayoría éramos "conservadores" en muchos sentidos (no sólo en el sentido económico). Y como en un diálogo platónico, podríamos formular ahora la siguiente pregunta:
Sócrates.- ¿Qué hubiera sucedido, querido Menón, si esos mismos narradores y poetas, antes de escribir su propia obra o mientras la escribían, no hubieran alardeado en la plaza pública de ignorar a Joyce, T.S. Eliot, Faulkner, Beckett, Robert Walser, Céline, Musil, etc.?
Menón.- ¿Que tendríamos mejores obras, estimado Sócrates?
Sócrates.- Tú lo has dicho, Menón, con sentido común, sin que yo te indicara nada sobre el valor de las obras de unos y otros.
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Recordando y leyendo a Antonio Rabinad, fallecido hoy, "el niño asombrado" del barrio.
El lector de otros