Desde
un balcón, el caballo blanco observa cómo los turistas son
desvalijados junto a la iglesia de Santa María del Mar, de Barcelona
(iglesia que no es la Catedral del Mar, como titula una novela y
buscan los turistas, sino la Basílica de Santa María del Mar).
El caballo blanco, perplejo, está mirando cómo los bolsos, maletas y otras pertenencias cambian de mano con tanta facilidad y limpieza, que asombraría a los prestamistas del mundo antiguo y moderno, de hoy mismo, que no son mancos en estos menesteres de limpiar bolsos, carteras, mochilas y maletas rodantes, con ruedas estridentes.
Por otro lado, y dejando al caballo blanco en sus contemplaciones de los hurtos (en el mundo del Seguro, no queda asegurado "el hurto al descuido"), en la iglesia de Santa María del Mar ha sido inaugurada una escultura dedicada a san Ignacio de Loyola. Durante su estancia en Barcelona, Ignacio de Loyola pedía limosna sentado en la grada de una capilla de esta iglesia. La escultura, colosal, magnífica, de una conmovedora expresividad plástica, es obra del escultor Lau Feliu, vecino y amigo del barrio.
El caballo blanco, perplejo, está mirando cómo los bolsos, maletas y otras pertenencias cambian de mano con tanta facilidad y limpieza, que asombraría a los prestamistas del mundo antiguo y moderno, de hoy mismo, que no son mancos en estos menesteres de limpiar bolsos, carteras, mochilas y maletas rodantes, con ruedas estridentes.
Por otro lado, y dejando al caballo blanco en sus contemplaciones de los hurtos (en el mundo del Seguro, no queda asegurado "el hurto al descuido"), en la iglesia de Santa María del Mar ha sido inaugurada una escultura dedicada a san Ignacio de Loyola. Durante su estancia en Barcelona, Ignacio de Loyola pedía limosna sentado en la grada de una capilla de esta iglesia. La escultura, colosal, magnífica, de una conmovedora expresividad plástica, es obra del escultor Lau Feliu, vecino y amigo del barrio.