LEER, HABLAR, ENTENDERSE

Rufino Tamayo (Oaxaca, 1899-Ciudad de México, 1991), Trovador

"Podemos plantea en el Senado que niños de toda España estudien catalán, gallego y euskera" (lavanguardia.com). Así podríamos leer, hablar y entendernos mejor, comenta alguien en el bar.

Si es que uno o una quiere leer, hablar y entenderse mejor con los otros, añade el politólogo

Ante todo, la palabra, dice la sobrina de la peluquera, aunque no la entendamos enseguida.

"Pido la paz y la palabra", escribía Blas de Otero, recuerda la librera del barrio.

Yo no, basta de tantas palabras, prefiero juicios y prisiones para los que no se comportan como yo e intentan subvertir las tradiciones más sagradas, replica la cuñada del dentista.

Dudo, ¿tendrá usted razón?, pregunta la vecina taxista.

Así, pues..., apunta la hermana del informático.

¡Más palabras, menos amenazas y nada de atentados!, exclama el periodista en paro.

Quien colecciona armas y coquetea con la violencia, puede tener un día la tentación de usarlas, como hacen algunos, advierte la nieta del anarquista pacifista.

Mi madre tenía un novio fanático de las armas, y jugando, jugando, acabó disparándose un tiro y se quedó cojo, explica la hija de la bibliotecaria.

Quien con armas se acuesta..., apunta la vidente del barrio.

Que, siendo Amor una deidad alada, / bien previno la hija de la espuma / a batallas de amor, campo de pluma, recita a Góngora el poeta romántico.

¡Vaya con los poetas, siempre en el colchón!, exclama el humorista, saltando del taburete.

¡Marchando, cerveza y otra de berberechos!, anuncia la dueña del bar.