ESTRATEGIAS Y DESEOS APASIONADOS AL BORDE DEL ABISMO

La hermana del informático lee en el móvil: “La ANC urge al Govern a trazar “una estrategia clara para hacer efectiva la república catalana antes del 21 de diciembre” -la estrategia, no la república- y advierte que habrá movilizaciones en las calles que la reclamen en caso de que el ejecutivo catalán no vire el rumbo.”

¿Y esto cómo se hace para que, al pasar de la estrategia a la declaración unilateral y efectiva de la República, no lleven a más gente a la cárcel y apliquen otra vez el 155, pero con más dureza y contundencia, como ya anuncian algunos? ¿Cómo defiendes esta República? ¿Con familias en la calle frente a policías, guardia civil, y, posiblemente, si fuera necesario, con el ejército desplegado, mientras gobiernos e instituciones internacionales disimulan, unos mirando a otro lado, y otros solidarizándose con el gobierno del Estado?, pregunta el politólogo del barrio.

¡Alucinante!: Si no podemos tener una república reconocida ya, ahora mismo, la implantaremos nosotros, replica la cuñada del dentista. ¡155 ya, y acabemos de una vez!, añade.

Falta sentido de la praxis política. Unos enarbolando más contundencia y 155 a diario, como hace usted, y otros tocando la trompeta de la República que sólo existe en sueños, como la anarquía de mis abuelos: hay que abusar menos de las visiones históricas y no exigir a los demás aquello que no sabes ni puedes defender, apunta la nieta del anarquista pacifista.

Dices bien: el infierno está lleno de buenos propósitos, apunta la vidente del barrio.

¿En la lucha directa, en la calle, políticos y teóricos de salón y esos visionarios con tribuna pública, como el novio pijo de mi madre, se pondrán en primera línea cuando estallen los petardos?, pregunta la hija de la bibliotecaria.
Las estrategias no deben ser nunca apasionadas ni visionarias, que las carga el diablo, comenta el periodista en paro.

Espero que se abra paso la cordura en ambos lados y no tengamos que bajar la persiana, que la vida son cuatro días mal contados, resume la dueña del bar.