POLÉMICA: ¿SANT JORDI LLEVARÁ UNA ROSA AMARILLA?

Yo compraré la rosa amarilla como protesta por los presos políticos, comenta la sobrina de la peluquera.

Pues yo compraré una rosa constitucional, azul, pero un azul, azul del PP, replica la cuñada del dentista.

Yo he encargado ya una de naranja, de Ciudadanos, dice la vecina taxista.

La mía será una rosa roja, revolucionaria, advierte la vidente.
Llevaré una rosa negra, de tela, apunta la nieta del anarquista.
Compraré una de verde, ecologista, dice la hija de la bibliotecaria.
Pues la mía que sea de caramelo de miel, indica el humorista.
¿Podré regalar una de plástico, amarilla?, pregunta el periodista en paro.

Cuidado, igual prohíben las rosas amarillas, advierte el politólogo del barrio.

¿Cómo? Por si acaso, yo compraré una roja, una blanca y otra amarilla, dice la dueña del bar.

¿Tres rosas? ¡Menudo gasto! Prefiero regalar una maceta de geranios, apunta el poeta romántico del barrio.

¿De qué color? ¡No me salga usted pensionista contestatario!, exclama la cuñada del dentista.

Señora, un respeto, que peino canas y cobro la pensión mínima, contesta el poeta.

Si son canas, serán blancas, replica la cuñada.

Depende, ¡yo me las pinto de amarillo!, bromea la vidente.
¡Oiga, que el cómico soy yo!, exclama el humorista.

¡Al diablo con las rosas, yo continuaré llevando el lazo amarillo en el bolsillo!, confiesa un desconocido.

¿Quién me comprará un libro para Sant Jordi?, pregunta la librera del barrio.

¡Oiga, que yo también vendo mis poemarios, sin intermediarios, con descuento y dedicados!, anuncia el poeta.
¡A ver si le denuncian!, bromea la dueña del bar.