DESPUÉS DE LA MANIFESTACIÓN: GUERRA DE CIFRAS

Ahora, en lugar de hablar del problema, viene la guerra de cifras, dice el politólogo del barrio.

La Guardia Urbana y los diarios “La Vanguardia” y “El Periódico” hablan ya de 1.000.000 de personas en la manifestación de Barcelona, informa la hermana del informático

Pues mis amigos del grupo “Sociedad Civil Catalana” sostienen que sólo han ido unos 225.000, y el delegado del gobierno central ya da una cifra, 350.000, indica la cuñada del dentista.

¡Esto es rigor en las cifras, y no las exageraciones de tanto insumiso!, exclama la fiscal del barrio, que no es fiscal, sino vecina que fiscaliza en el bar.

Lo debieron ver de lejos, con el catalejo o los primáticos al revés, añade la hija de la bibliotecaria

Creo que había más de un millón de personas en la manifestación si contamos también todas aquellas que no podían llegar al lugar de la convocatoria y tenían que pararse en las calles adyacentes, como yo misma, así como un gran número de personas mayores que se veían obligadas a retirarse por el sol y buscar una sombra o un banco para sentarse, fatigadas. Y eso sin contar las pequeñas manifestaciones de otras poblaciones, comenta la sobrina de la peluquera.

¡No me creo nada, todo es manipulación!, grita airada la cuñada del dentista

Supongo que la COPE y otros medios dirán que no ha ido nadie, que todo es una ilusión, apunta la vidente del barrio.

Digan lo que digan, ha sido una manifestación multitudinaria, pacífica, ríos impresionantes de personas que bajaban de la Diagonal a la Plaça Catalunya, por las calles paralelas al lugar principal de la convocatoria, en la confluencia Passeig de Gràcia-Aragó, al que ya resultaba difícil acceder, explica la hermana del informático.

¡Todo es mentira y desacato, incluso en las cifras!, grita otra vez la cuñada del dentista.

Una idea: si fuera cierto que ha ido menos gente, podrían dejar hacer el referéndum para que ganara el No y acabaríamos con tanta historia, apunta el humorista del barrio.

“No pidas peras al olmo”, refranea el poeta romántico.

Este refrán: “No hay que pedir peras al olmo”, lo decía siempre mi madre, recuerda la dueña del bar.

¡La imaginación al poder!, exclamaba mi abuelo, añade la nieta del anarquista.