¿QUIÉN TEME A VIRGINIA WOOLF, QUIÉN TEME A ADA COLAU?

Fotografía: elperiodico.com

En el bar del barrio, el politólogo lee una nota escrita en Facebook:

"Ahora mismo, Ada Colau, la futura alcalde de Barcelona, acaba de declarar en la plaza Sant Jaume, a pie de calle, que primero dará prioridad a que los ciudadanos de Barcelona vivan mejor, antes que dar subvenciones millonarias a eventos que se celebren en la ciudad, a no ser que los promotores demuestren que la inversión municipal dará un beneficio general a los ciudadanos, y no solamente a una élite que utiliza la marca "Barcelona" como escaparate para su particular beneficio, como ha ocurrido con el Port Vell, que se ha convertido en un puerto privado de lujo, enmurallado casi, al que ya no pueden acceder ni mirar apenas los ciudadanos corrientes."

Y sobre política catalana, todos están mareando la perdiz, dice la sobrina de la peluquera. Ada Colau repite una y otra vez que está a favor del derecho a decidir libremente de los ciudadanos de Barcelona, y de Catalunya en general, sobre su futuro, y reclamar al Estado todo lo que sea necesario. Pero algunos hacen ver que no lo oyen, ¿por qué? Incluso el nuevo presidente de la Assamblea, de la ANC, ha salido en defensa de la futura alcalde y sus regidores, añade la sobrina de la peluquera.
Las fuerzas vivas económicas y políticas se ponen nerviosas, dice la nieta del anarquista. Pero sería bueno y democrático que supieran esperar (como todo el mundo ha esperado cuando se beneficiaban) antes de descalificar e intentar arruinar las ilusiones y la nueva praxis municipal en Barcelona. 
"La impaciencia es el peor pecado del hombre", escribe Franz Kafka, cita la librera del barrio.

El divino impaciente, una obra de teatro de José María Pemán, al que muchos añoran en mi casa, responde la cuñada del dentista.
Creo que en su casa añoran demasiado al régimen anterior, contesta la hija de la bibliotecaria.
A palabras necias, oídos sordos, replica la cuñada del dentista.
Lo cierto es que estamos viviendo una revolución municipal, y esto como es lógico molesta y altera muchísimo a los poderosos, al gran poder, opina el politólogo del barrio. 
Cuidado, no provoque ni insulte el Cristo del Gran Poder, o le mando un requerimiento!, advierte la fiscal del barrio.
Señora, que no me refería a Cristo, sino al cristo que monta el gran poder y sus vividores cuando alguien les habla con otro lenguaje y desde otra realidad, que es la realidad común, añade el politólogo.
Y si nos quedáramos sin nuevos hoteles de lujo, sin más restaurantes de lujo, sin otros casinos de lujo, sin tanta prostitución de lujo, sin una Fórmula 1 de lujo, por ejemplo, subvencionada con 4.000.000 y pico de euros, o si el puerto fuera para todos y no para una élite, ¿desaparecería Barcelona de la faz de la tierra, o bien desaparecerían los especuladores que se apuntan a esas subvenciones y no compran en su vida un solo libro de poesía?, pregunta el poeta romántico del barrio.
Así me gusta, ¿el poeta contra la casta poética?, salta el humorista del barrio.
Sí, querido, aunque hay castas peores que la casta de ciertos poetas y narradores, y sin duda más peligrosas en lo físico, responde el poeta romántico.
Vigilemos, pues, no vaya a tener el señor poeta un accidente provocado por otro poeta, advierte la dueña del bar.
Señoras y señores, no hablemos de accidentes, y brindemos por el poeta de los caballitos anarquistas, Jesus Lizano!, exclama el poeta romántico del barrio.