ROBERT WALSER, HERMANN HESSE, EL CAMINANTE, Y LAS BICICLETAS NO SON PARA ATROPELLAR EN VERANO

Hasta el bar del barrio llegan unas octavillas tituladas: 

Las bicicletas no son para atropellar en verano, 

octavillas en las que se informa sobre la inmensa cantidad de vehículos y artilugios para no caminar que invaden las calles peatonales y aceras de algunos barrios de Barcelona:

Bicicletas a pedales, de alquiler público (el famoso Bicing-Barcelona), o de las innumerables tiendas de alquiler que proliferan por el barrio gótico, con bicicletas fabricadas no sabemos dónde, cuyas marcas y propietarios provienen de todo el mundo, como los doscientos o trescientos clubes o fumaderos de marihuana instalados en nuestra querida ciudad, fumaderos que, por cierto, molestan menos que los ruidosos bares y botellones, siempre que esos clubes de fumadores tengan una buen salida de humos, como declaraba y exigía el dibujante Nazario,  vecino de la Plaza Real).

Tenemos a su disposición, para usted que visita Barcelona -la mejor ciudad de ferias, congresos y juergas de mañana, tarde y noche-, una flota de bicicletas eléctricas (una especie de ciclomotores como los de antes, pero con batería eléctrica), que encontrará en las tiendas de alquiler, aunque nos informa el Ayuntamiento que su equipo de investigación del Bicing ya está produciendo una nueva serie de ciclomotores último diseño para la próxima temporada).
También tenemos a su disposición patinetes eléctricos, triciclos a pedales, a motor (de gasolina o eléctricos, puede escoger), y otros artilugios (cada quince días aparece un vehículo nuevo en fase experimental, con el conductor sentado, de pie, acostado sobre el vehículo, haciendo la vertical, haciendo la espiral, haciendo el idiota universal (condición muy valorada en nuestra ciudad) o en cuclillas. Todo menos andar por las calles peatonales del barrio, donde cualquier atropello es posible, si tienes la vieja costumbre de andar como las personas de otros tiempos y no temes un atropello frente a la Catedral o la iglesia de Santa María del Mar (que no es catedral sino basílica, aunque se empeñen el novelista, las escuelas de escritura y los turistas).

Elija, pues, el atropello que usted prefiera en una calle peatonal, tranquila, rodeada de iglesias, árboles, palomas, gorriones, bares, fumaderos y tiendas de todo tipo que venden lo que necesita el turista, y vaya a toda marcha, con pedales, a motor, con gasolina, con batería, etc., y atropelle al ciudadano que le parezca más antipático o indiferente, de mediana edad, o niños y viejos, más fáciles de atropellar, así como gatos, perros y palomas.

No ande a la manera antigua, no ande de ningún modo como el caminante de Robert Walser o Hermann Hesse.

No desista, tenga esperanza y confíe en el futuro y sus ruedas: después de los atropellos políticos, económicos y sociales, decídase, corra por su cuenta y atropelle a su manera, con estilo, con elegancia y modernidad, y hágalo en las calles libres de Barcelona, que están y estarán siempre a su disposición.  Aproveche la ocasión.