DE LA ABDICACIÓN Y LA POESÍA

Parece que hoy el tema de la abdicación reina en el ambiente del bar, comenta la sobrina de la peluquera.
Oiga, bromas no, que el asunto es muy serio, advierte la cuñada del dentista.
Una abdicación necesaria, dada la edad y el estado de salud del rey Juan Carlos, opina el politólogo del barrio.
Sin olvidar los problemas familiares, apunta la nieta del anarquista.
Ni los de España-Catalunya. Les recuerdo que el rey también era conde de Barcelona, señala el politólogo.
Hemos tenido un gran rey y tendremos otro gran rey, Felipe V, perdón, quiero decir Felipe VI, que no estoy para bromas, indica la cuñada del dentista.
Los jóvenes ya están cansados de tantos reyes que no gobiernan y de tantos políticos que se creen reyes y mal gobiernan, opina la madre de la hija okupa.
También la poesía tiene sus reyes y reinados, interviene el poeta romántico.
¿Usted ha tenido que abdicar alguna vez?, la pregunta la nieta del anarquista.
A lo sumo, le habrán exiliado de alguna antología de poesía o de algún festival, dice la hija de la bibliotecaria, riendo.
Por cierto, apunta la librera del barrio, las antologías se venden muy bien y cada poeta antologado compra varios ejemplares, excepto los no antologados que se limitan a comprar uno.
Señoras, ya sabemos que en este país "el tuerto es rey". Con todo, debo reconocer que a fecha de hoy nadie me ha propuesto como candidato al trono de la poesía, de momento..., dice el poeta guiñando un ojo y sonriendo.
Muy bien, con sentido del humor se reina mejor!, exclama el humorista del barrio.
Viva la república!, grita la hermana del informático. 
Nena, no seas antigua!, responde la cuñada del dentista.
Viva el circo donde trabajo esta semana, con payasos, leones, trapecistas y elefantes!, exclama el humorista.
Viva la poesía, monárquica o republicana!, arenga el poeta romántico.
Señores, abdiquen y tomen otro café y una pasta, que el horno no está para bollos!,  reclama la dueña del bar.
¿Y los okupas de Can Vies?, pregunta un desconocido que toma una copa de anís.