lunes, 24 de agosto de 2020

EL MISTERIO DE LA CALLE HÚMEDA


Foto: J.X.

Ninguna palabra. Ningún silencio.
Ningún abandono. Ninguna ausencia.
Ningún dolor. Ninguna tristeza.
Ninguna vida. Ninguna muerte.

Antes de doblar la esquina, volvió a repetirlo:
Ninguna palabra. Ningún silencio.
Ningún abandono. Ninguna ausencia.
Ningún dolor. Ninguna tristeza.
Ninguna vida. Ninguna muerte.

Saludó con la mano antes de doblar la esquina.

Al final de la calle, un vacío deslumbrante no dejaba adivinar lo que había al fondo, al final de aquella calle.
Algunos transeúntes, sin embargo, continuaron andando. Otros, se desviaron por la esquina que acababa de doblar aquel desconocido.
Sólo un transeúnte permaneció quieto, seguramente más deslumbrado que los demás por el vacío.
Se acercó a una pared húmeda, agrietada.
Con las manos contra la pared, abriéndolas y clavándolas como garras de buitre, desesperado, intentaba en vano agarrarse a algunas de las grietas de la pared.
Lentamente, fue resbalando al suelo, con las manos contraídas, acalambradas, arrastrando en su caída arenilla sucia de la pared húmeda, agrietada.

No sabemos nada más.


2 comentarios:

garviferrocarril dijo...

Este relato es muy BUENO, aunque no es UNA novedad en el sentido de tu literatura y RELATOS EN GENERAL
Es la verdad: has creado una atmósfera y estilo literarios DONDE EN CADA PALABRA retrates al hombre y sus vértigos, aunque sea andando por la acera.

lectora de la vall dijo...

Trist i fosc aquest darrer poema.

Dicen que no es bueno ni para el ánimo ni para la salud pasear por una calle húmeda, y sobretodo nada recomendable asirse a las grietas de una pared.
Mejor no saber nada más.