fOTOGRAFÍA: ADMINISTRACIÓN NACIONAL ESPACIAL EFE
Si ya ni siquiera respetamos la privacidad de la luna y profanamos su
cara oculta, ¿qué no haremos con la vida privada de las personas?,
comentan hoy en el bar.
Nada
nuevo bajo el sol: otros exigen no apoyar ayudas contra la violencia
de género, añade la sobrina de la peluquera.
No,
niña, lo que dicen en Andalucía es que hay que respetar más al
hombre, ya que, como dice mi cuñado, está indefenso y a la
intemperie con tanta denuncia por machismo, replica la cuñada del
dentista.
¡Vaya
con el dentista, su cuñado, espero que no sea muy bruto extrayendo
las muelas del juicio, que tanto le falta!, exclama la vidente del
barrio.
¡Usted
que se ha creído, vidente de mil diablos, no sabe con quién está
hablando!, advierte la cuñada.
Buena
la respuesta, ¡que ya no estamos en los tiempos de Adán, aquel
pobre inocentón seducido por la serpiente de Eva! ¡Más respeto
para el hombre!, añade el vecino taxista.
El
mundo al revés, y tiro porque me toca, como en el juego de la oca,
apunta el periodista en paro.
El
novio de mi madre, aficionado a la segunda guerra mundial, hace el
paso militar de la oca por casa y practica el tiro al blanco en un
club, comenta la hija de la bibliotecaria.
Algunos
antropólogos heterodoxos ya indican que es el mono quien desciende
del hombre, y no a la inversa. De ahí, pues, la evolución del mono
y la naturaleza retrógrada del hombre, su degradación y violencia
ante cualquier peligro que amenace su dominio como primate. Esto
justificaría la presencia de jaulas represoras y parques zoológicos
comerciales, humillantes, explica el politólogo del barrio.
¡Esto
sí que es revolucionario: el mono como especie evolucionada respecto
al hombre. De ahí, pues, el silencio elocuente de los monos y la
verborrea criminal de los hombres!, exclama el humorista.
Así
las cosas, el hombre sería el ancestro, el animal irracional por
antonomasia del cual desciende el mono, que se asusta y tiene la
mirada triste de poeta cada vez que ve a un hombre primate acercarse
a la jaula, riendo y mofándose de los enjaulados, apunta la nieta
del anarquista.
¡Caramba, esto explicaría muchas cosas, y lo mal considerados que estamos los poetas, a semejanza de los monos!, exclama el poeta romántico del barrio.
¡Caramba, esto explicaría muchas cosas, y lo mal considerados que estamos los poetas, a semejanza de los monos!, exclama el poeta romántico del barrio.
Increíble,
señoras y señores, habrá que reescribir la historia de la
humanidad y de la civilización, esta gran farsa inventada por el
patriarcado de los hombres primates, advierte la hermana del
informático.
Ya
lo decía mi abuelita: "Cuídate del hombre que no tiene mirada
de mono", comenta la dueña del bar.
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