jueves, 3 de enero de 2019

ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LAS ESPECIES: DEL HOMBRE AL MONO


 EFE

Si ya ni siquiera respetamos la privacidad de la luna y profanamos su cara oculta, ¿qué no haremos con la vida privada de las personas?, comentan hoy en el bar.
Nada nuevo bajo el sol: otros exigen no apoyar ayudas contra la violencia de género, añade la sobrina de la peluquera.
No, niña, lo que dicen en Andalucía es que hay que respetar más al hombre, ya que, como dice mi cuñado, está indefenso y a la intemperie con tanta denuncia por machismo, replica la cuñada del dentista.
¡Vaya con el dentista, su cuñado, espero que no sea muy bruto extrayendo las muelas del juicio, que tanto le falta!, exclama la vidente del barrio.
¡Usted que se ha creído, vidente de mil diablos, no sabe con quién está hablando!, advierte la cuñada.
Buena la respuesta, ¡que ya no estamos en los tiempos de Adán, aquel pobre inocentón seducido por la serpiente de Eva! ¡Más respeto para el hombre!, añade el vecino taxista.
El mundo al revés, y tiro porque me toca, como en el juego de la oca, apunta el periodista en paro.
El novio de mi madre, aficionado a la segunda guerra mundial, hace el paso militar de la oca por casa y practica el tiro al blanco en un club, comenta la hija de la bibliotecaria.
Algunos antropólogos heterodoxos ya indican que es el mono quien desciende del hombre, y no a la inversa. De ahí, pues, la evolución del mono y la naturaleza retrógrada del hombre, su degradación y violencia ante cualquier peligro que amenace su dominio como primate. Esto justificaría la presencia de jaulas represoras y parques zoológicos comerciales, humillantes, explica el politólogo del barrio.
¡Esto sí que es revolucionario: el mono como especie evolucionada respecto al hombre. De ahí, pues, el silencio elocuente de los monos y la verborrea criminal de los hombres!, exclama el humorista.
Así las cosas, el hombre sería el ancestro, el animal irracional por antonomasia del cual desciende el mono, que se asusta y tiene la mirada triste de poeta cada vez que ve a un hombre primate acercarse a la jaula, riendo y mofándose de los enjaulados, apunta la nieta del anarquista.
¡Caramba, esto explicaría muchas cosas, y lo mal considerados que estamos los poetas, a semejanza de los monos!, exclama el poeta romántico del barrio.
Increíble, señoras y señores, habrá que reescribir la historia de la humanidad y de la civilización, esta gran farsa inventada por el patriarcado de los hombres primates, advierte la hermana del informático.
Ya lo decía mi abuelita: "Cuídate del hombre que no tiene mirada de mono", comenta la dueña del bar.



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