domingo, 26 de marzo de 2017

OCTAVILLAS EN EL BAR, Y "OCHO SIGLOS DE POESÍA CATALANA"

Cuando en un país hay políticos elegidos democráticamente que son amenazados, perseguidos, condenados e inhabilitados por desobediencia, por desacato a la autoridad estatal, no por violencia o corrupción, no por incumplir unos programas que fueron votados en libertad, sino justamente por querer cumplirlos y convocar un referéndum para conocer otra vez la opinión mayoritaria sobre el futuro político de ese país, ¿no se trata ya de una revolución política y jurídica, aunque de “praxis” pacífica?, comenta el politólogo del barrio. ¿Qué es, sino una revolución política y la consecuente represión contra esa acción revolucionaria?, añade el politólogo subido a una silla del bar del barrio, leyendo una octavilla en plan mitinero, y con la taza de un carajillo en la mano izquierda.
¿Y la trasformación social y económica?, pregunta la sobrina de la peluquera.
Se decidirá en otra elecciones y será más o menos revolucionaria, transformadora, depende de quién llegue al gobierno, explica el politólogo.
¡Si habla tanto le van a mover la silla y se va a caer sin tomar el carajillo!, advierte el humorista.
Dios no lo quiera, por favor, accidentes aquí no, suplica la dueña del bar.
Es lo que pasa en las asambleas revolucionarias, en esas repúblicas bananeras donde todo el mundo habla y manda y nadie obedece, indica la fiscal del barrio (que no es fiscal, sino que fiscaliza en el bar).
La banana la tiene usted en la cabeza: estamos hablando de una república auténtica, democrática, no de mandamases fingidores, como decía mi abuelo, contesta la nieta del anarquista.
O sea, que puede haber una revolución política, independentista, pero no una revolución económica, resume el poeta romántico, que hoy está “transparente como el licenciado Vidriera”, dice la librera del barrio recordando a Cervantes, y añade que en la tienda dispone de un ejemplar de Ocho siglos de poesía catalana*.
En un sistema democrático las revoluciones, en todo caso, vienen dadas por las urnas, votando, sin violencia social, apunta la vidente.
Utopía, utópico, como endilga mi madre a su novio ecologista, ironiza la hija de la bibliotecaria.
¡Vaya rollo republicano, tan de mañana, y con una hora adelantada, esto no hay quien lo aguante!, exclama la cuñada del dentista, y sale del bar acompañada de la vecina que fiscaliza.
¡Caramba, ocho siglos de poesía catalana, qué barbaridad, no lo sabía!, apunta la vidente del barrio.
¡Yo tampoco!, exclama el poeta romántico.
Cada día se aprende algo, dice la dueña del bar.

*Ocho siglos de poesía catalana, trad. José Batlló y José Corredor Matheos (selección y prólogo J. M. Castellet y Joaquim Molas), Alianza Ed., 1969.


















Fotografías: Francecs Layret, Lluís Companys y Salvador Seguí, y ficha policial de Andreu Nin.

3 comentarios:

Oliva dijo...

EN POTS DONAR LA DRESA D'AQUEST BAR TAN "INTELIGENT I HIPER-VENTILAT"?

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