NOCHE DE REYES

Ha pasado Nochebuena y Navidad, que es fiesta sonada y discusión espectacular con padres, madres, hijas, hijos, cuñados, cuñadas, suegras, suegros y otros allegados predispuestos (no por el problema de Catalunya, como dicen algunos e incluso pregonan gobernantes y reyes, sino porque es tradición arraigada celebrar el desencuentro y discutir por Navidad), explica el politólogo del barrio.

Yo diría que ha pasado Nochevieja y Año Nuevo, que es fiesta sin igual de jolgorio, ruido sin par y sinrazón impar (bueno, el primer día, ya que si le preguntamos al vecino qué tal le prueba o le va el nuevo jolgorio, digo, el nuevo año, el nuevo día, nos mira de reojo, reacio a la rima), añade el poeta romántico.
Lo cierto es que ahora quedan pendientes los Reyes Magos con sus camellos. La fiesta de la ilusión, aunque los reyes hayan perdido el aura y la magia, los camellos anden cojos y el bolsillo siga roto con sus cuentas pendientes, comenta la nieta del anarquista, ingeniosa.
Pero siempre nos quedarán las rebajas catalanes, el 7 de Enero, apunta la sobrina de la peluquera.
Para gastar lo que no tenemos, responde la hermana del informático.
¿Pero cómo es posible que la gente compre tanto por Navidad, Año Nuevo y Reyes? ¿De dónde sale tanto carbón, digo, dinero negro?pregunta la fiscal del barrio.
Si rebajo el precio, me quedo sin libros y sin comer, advierte la librera del barrio.
Como le ocurría a mi santa madre, comprando los poemarios y otras obras del gigoló poeta, confiesa la hija de la bibliotecaria.
Acaso la crisis ha terminado y ya es el pasado, como dicen enterados políticos y economistas, responde la cuñada optimista del dentista.
Aquí, en el bar, debemos ser tontos y no nos hemos enterado, responde el humorista del barrio.
Si pillara tarjeta opaca, / ¡otro gallo me cantaría / y la crisis no vería!, rima el poeta romántico.