II
En su vida,
a los catorce años
comenzaron sus intrusiones
en el laberinto del amor.
Pero a los diecinueve años
fue cuando el amor comenzó.
Duró un año y tres meses,
y la tortura del amor diez años:
el tiempo del abandono.
Hasta el día en que apareció ella,
Eurídice afrancesada, de barrio,
que lo agarró de la mano,
lo rescató del abismo
y lo subió a la tierra.
Ahora ya no escuchaba
las voces infernales,
ni sentía en la piel
el frío de las hojas de afeitar.
Éste fue el principio de otro amor,
el cual, entre caídas y ascensiones,
transgredió los límites de la muerte.
Estas cosas ocurren
cuando el amor
es demasiado joven para vivir,
y cuando, muchos años después,
el amor es demasiado viejo para morir.
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