lunes, 17 de marzo de 2025

EL DESENGAÑO AMOROSO, Y UNOS BOCADILLOS RECHAZADOS

Foto: J.X.


Cuando era auxiliar de 1ª (a los diecisiete años)

dejaba mensajes amorosos

en las carpetas de los archivos

que abriría ella en la oficina

(de quien se enamoraba de tanto observarla

y que en realidad apenas conocía).

Un buen amigo le advirtió

que ella había sufrido un desengaño amoroso,

y por eso él sabía que, en caso de hablar,

sería rechazado. Era, pues, mejor callar

y distribuir declaraciones de amor al azar.

Ahora, lejanos aquellos días,

a veces deja bocadillos en las papeleras

que algunos vagabundos le han rechazado.

Luego, cuando él se aleja,

van a la papelera a buscarlos.

Él los ve de lejos y sonríe:

está acostumbrado al rechazo,

a ser rechazado incluso por los vagabundos.

Ha caminado un largo trayecto

para ir desde el rechazo

de la declaración de amor anónima,

al rechazo, también anónimo, de esos bocadillos.

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