Foto: J.X.
La vida había dejado de ser aquel escenario en donde él perfeccionaba sus ejercicios, aquellos saltos mortales de una página en blanco a otra.
Ya no se hacía el muerto rodeado de palabras y de flores marchitas.
Ahora, más muerto que vivo, paseaba con la novia muerta. Pero nadie lo sabía, nadie podía verlos.
Así pues, no tenía ningún motivo para seguir haciéndose el vivo.
Excepto las flores, las últimas flores. Aquellas macetas de flores y plantas del balcón y la ventana de su casa.
Las cuidaba, las regaba, las trataba con delicadeza. Si él faltaba, ¿quién las cuidaría? Vivía solo y no tenía a nadie que pudiera ayudar a las flores, cuidarlas con delicadeza.
Por ellas, pues, por esas últimas flores, debía continuar viviendo aún. Para cuidar las últimas flores de la novia muerta.
3 comentarios:
Ramon Bosch Boada
Efi Cubero
Jesús Aumatell Molas
Numidia Almeida
Carme Rius
Coco Rodriguez Margalef Rodriguez Margalef
Mireia Puertas
Montserrat Olivés Miret
Albert Lazaro Tinaut
Lya Sheinfeld
Pura Salceda
Anna Babra
Julie Hermoso
Y tal vez no hay mejor razón que esa. Una abuela que hace mucho se nos fue, cada año desde su silencio nos envía flores de baile. ¿Cómo entonces no tener la certeza de que es ella quien las envia? En esas flores está tu novia viva. Tal vez sólo hace falta que te acerques y le hables y verás con qué rubor florecerán los nuevos brotes.
Un buen motivo para querer seguir viviendo, las flores en el balcón. El siguiente paso en la lucha, cuidarse como uno cuida las flores.
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