Foto: J.X.
Pon una mano en el corazón.
Pon la otra mano en una flor.
E intenta vivir. Si te dejan...
Y si no te dejan, inténtalo de nuevo,
aunque tengas el corazón más herido
y una flor marchita.
Recupera tu infancia, extrae el barro
que se ha pegado a la inocencia,
encharcándola al borde del precipicio.
Al fin y al cabo, todos caeremos por el precipicio.
No tengas miedo.
Vuelve a poner la mano en el corazón, herido,
y pon la otra mano en la flor marchita,
e intenta vivir otra vez.
Otra vez, otra vez la vida.
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