miércoles, 9 de septiembre de 2020

UNA HOJA DEL DIARIO ÍNTIMO DE LA SANGRE AMOROSA, ESCRITA EN UNA CUEVA DEL BOSQUE


Foto: J.X.

La sangre amorosa estigmatiza la piel.
No humedece las manos, ni se reseca en los puños de las camisas. Ni se detiene con la muerte.
La sangre amorosa empapa a la muerte como si fuera ropa usada, pero no se detiene allí, en los límites húmedos del cuerpo que ha sido robado por la muerte. No atiende a las reclamaciones que hace ésta, la muerte, persiguiendo a la sangre amorosa.
Pero la sangre amorosa sigue fluyendo, sin derramarse en la huida.
Asciende y desciende. Volverá, y penetrará a escondidas en las heridas más hondas y mortales del corazón. Lo rescatará, cosiendo los desgarros del alma.
Sin derramarse, continuará fluyendo. Sin derramarse ni perderse.
No se para nunca, no puede ser detenido el amor que late en la sangre amorosa, porque ella no se derrama ni se pierde como las otras sangres, las de vida y muerte.
Gotea, sí, sobre las calles, también en los bosques y en los ríos, gotea, pero no se derrama, no desaparece en el mar. No es sangre que se derrame y manche los cuerpos y la tierra. La sangre amorosa no se pierde matando sangre.
No es sangre vertida por la enfermedad o por la maldad.
No es la sangre que se escapa del cuerpo, reseca en la tierra, extraviada en el mar. Si derraman la sangre del cuerpo, fluirá más viva la sangre amorosa, más allá de la vida, más allá de la crueldad y la muerte. Es sangre furtiva que nada ni nadie puede detener ni matar.
La sangre amorosa no puede ser derramada.
A pesar de las heridas más profundas, ninguna muerte, ninguna crueldad, con sus cuchillas tan afiladas y traidoras, tendrá dominio para derramar nunca la sangre amorosa.



1 comentario:

Una vecina de la Pensión dijo...


La sangre amorosa, una sangre capaz de invadirlo todo sin causar los daños que produce la otra sangre, la de la vida y la muerte. Sangre amorosa que humedece sin inundar, que protege sin derramar, solo gota a gota y recorre cauces llenos de amor.