domingo, 12 de julio de 2020

INTERIOR DE CASA


Foto: J.X.

El espíritu que resbala con las flores, hoy nos cuenta que él, antes de llegar al bosque y convertirse en espíritu, también fue un ser abandonado.
Que no sabía vivir solo, abandonado en aquella casa que sería ya para siempre, no su casa, sino la casa de su novia muerta.
En aquella casa, pues, se sentía extraño, como si todas las cosas se hubieran desprendido de su forma y función anteriores. Como si los objetos estuvieran ahí, también abandonados, sin cuerpo, sin sentido, con trozos de alma colgando de ellos.
Objetos cargados de ausencia, que se mueven de un lado a otro, a pedazos, articulados como títeres por la desolación, sin función alguna. Entrando y saliendo tristes de los armarios, de los cajones, de los lugares más recónditos e imprevisibles de la casa, rozando el alma por todos los rincones, gastándola contra la pared.
Así fue como día a día se transformó en un trasto más de la casa, abandonado como uno más de aquellos objetos inútiles en casa de la novia muerta. Fue por entonces cuando empezó a resbalar con los pétalos de las flores.
Cuando fueron a rescatarlo, los espíritus del bosque ya habían ido a buscar y habían raptado a la novia muerta. Subieron todos juntos al bosque, con las manos entrelazadas, como enamorados que dejan atrás la casa familiar para entrar en otra casa, en otro nuevo lugar.
Así llegué a este bosque de los espíritus, donde aún, pese al tiempo transcurrido, aún sigo resbalando con las flores.

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