viernes, 3 de julio de 2020

COLOQUIO ENTRE LOS ÁRBOLES


Foto: J.X.

Él dice que no es soltero, ni casado, ni separado, ni viudo. Simplemente, cuando no pasa unos días en el bosque de los espíritus, vive en estado de soledad en casa de la novia muerta.
Antes, sí, tenía una compañía que creía ilimitada. Ahora ya sabe que no era así, que no era ilimitada.
Los espíritus le responden que siempre los tendrá a ellos, en calidad de guarda y compañía, como si fueran ángeles de la guarda, pero que no lo son, aclaran para evitar confusiones espirituales.
Él dice que cree en los espíritus, como su tía paterna, medio maga, medio espiritista, que curaba los celos amorosos de los niños del barrio con una imposición de manos en la cabeza. No cobraba ningún dinero por ello, advierte: era una pura acción espiritual de amor, y a veces las madres le regalaban unas flores, como agradecimiento por la cura de los celos amorosos.
Los espíritus le aseguran que guardarán y mantendrán en pie su alma herida en este mundo, mientras viva, y después en el bosque. Después..., si él quiere y los invoca, saldrán a buscarlo y lo raptarán del cementerio o de donde sea, como han hecho con la novia muerta, y lo traerán otra vez al bosque de los espíritus, desde abajo.
Él les da las gracias y les expresa su admiración por ese eterno bajar y subir con que los espíritus salen en busca de las novias y los novios muertos, para darles refugio en el bosque.

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