martes, 21 de noviembre de 2017

¿BARCELONA SE QUEDA SIN MEDICAMENTOS? SIEMPRE NOS QUEDARÁN ASPIRINAS Y CARAJILLOS

Viñetas: Ferreres, Forges y Gila

Los soberanistas nos quedamos sin medicamentos, lee la hija de la bibliotecaria en el móvil.
Hija, ¿tú también eres soberanista?, pregunta la dueña del bar.
Igual que mi madre con sus novios, que de tan soberana que es, los larga a freír espárragos a los cuatro meses, contesta riendo la hija de la bibliotecaria.
La única evidencia es que Barcelona, por culpa de los independentistas, se ha quedado sin la Agencia Europea del Medicamento, como informan muy bien los medios mejor informados de la información, informa la cuñada del dentista.
¡Cuánta información e informes gasta hoy, señora del notario o agente de publicidad (que ya no sabemos a qué dedica el tiempo laboral ni el tiempo libre su laureado marido)!, replica el humorista a la cuñada del dentista.
Mi santo marido, señor humorista maleducado, para que lo sepa usted y todo el mundo, ejerce el alto pluriempleo, esto es, que además de ejercer como notario, tiene vocación de publicista, periodista y farmacéutico, ¡y futbolista los fines de semana!, exclama la cuñada del dentista, con firmeza.
Así se habla, con decisión y contundencia: más al ataque que a la defensiva, anima la vecina taxista que fiscaliza en el bar.
¡Vamos, que le da a la pelota y al peloteo!, bromea la hermana del informático.
Pues otros argumentan que Barcelona ha perdido la candidatura del medicamento por culpa de los vídeos del 1 de octubre, con aquellos mamporros, y las intervenciones del 155, indica la sobrina de la peluquera.
La verdad es que ya hace un tiempo que tenemos todos mala propaganda por ahí, unos por desafiar, y otros por sancionar y castigar como en las escuelas de otra época, señala el poeta romántico del barrio.
Ojo por ojo, y todos nos quedaremos ciegos”, advertía mi abuelo recordando a Gandhi.
¡Ya estamos otra vez con Gandhi, ahora aquí todos son gandhianos de la no-violencia!, exclama la vecina taxista
No olvide a los presos políticos, replica la vidente del barrio.
No son presos políticos, son políticos presos, confinados por sus acciones y no por sus ideas, dice la cuñada del dentista.
También hay dos presos que no son políticos, sino dos activistas del gamberrismo social, más los fugados de Bruselas, que un día serán, no presos políticos, sino, insisto, políticos presos por sus acciones de rebeldía, no por sus ideas rebeldes, añade la vecina taxista.
¡Vaya lío! Decía mi abuelo que durante el franquismo, en los medios de comunicación, nadie hablaba de presos políticos, sino de masones, comunistas, anarquistas, facinerosos y agitadores del orden público, apunta la nieta del anarquista.
Lo dicho: toda esta olla de presión nos ha explotado en las narices, nos hemos perdido el respeto y nos hemos quedado sin la oficina del medicamento, resume el poeta romántico.
¡Mientras tengamos aspirinas y carajllos!, exclama la dueña del bar.
Tuya, mía, la culpa fue del cha-cha-chá”, canturrea el humorista. 


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