La
vidente del barrio se sube a una silla del bar y lee un panfleto que
se ha encontrado por la calle. Dice así:
"¿Por
qué se denuncia, se persigue, se detiene, se juzga, se encarcela y
se mata por ideas políticas y religiosas? (El caso del fútbol y los
forofos, aun con sus peleas y heridos, no es tan venenoso ni letal).
¿Por
qué ese apasionamiento, por qué tanta visceralidad y agresividad
dialécticas, hasta llegar a las manos, y cosas peores, como
torturas, atentados, condenas de muerte, penas de cárcel, etc.?
Ni
en el mundo de la poesía, ni en la novela, ni en el teatro, ni en el arte y la
música, por ejemplo, ocurren de verdad, con sangre que mancha las manos, todas estas cosas terribles -dejando aparte
algunos casos puntuales (y amorosos), como el de Verlaine
persiguiendo a Rimbaud, pistola en mano.
Cuando hay una guerra o cuando hay represiones, ¿se hacen pensando en el paro y la miseria, en la explotación y el racismo, en el abuso de poder y la indefensión, en la esclavitud moderna y en la injusticia constante del poderoso sobre el débil, ya sean personas o naciones?"
Cuando hay una guerra o cuando hay represiones, ¿se hacen pensando en el paro y la miseria, en la explotación y el racismo, en el abuso de poder y la indefensión, en la esclavitud moderna y en la injusticia constante del poderoso sobre el débil, ya sean personas o naciones?"
Cuando
la vidente acaba de leer, hay aplausos, abucheos, silbidos, elogios e
insultos: la vida sigue, como siempre, en el bar del barrio.
La nieta del anarquista se sube también a una silla y lee una nota escrita por una vecina del barrio, que no quiere ser identificada:
La nieta del anarquista se sube también a una silla y lee una nota escrita por una vecina del barrio, que no quiere ser identificada:
"La
tradición de las multas políticas en España.
Cuenta
el escritor Kirmen Uribe, en su libro La hora de despertarnos
juntos, que el franquismo, además de perseguir y encarcelar a
sus adversarios y enemigos, también ponía multas a sus familias por
razones políticas, hasta arruinarlas y destruirlas. "El horror, el horror",
como dice el personaje de Joseph Conrad en El corazón de las
tinieblas."
La dueña del bar pregunta: ¿De qué ha servido la transición, de qué sirve la democracia si hay que recurrir otra vez a la guardia civil y a las misas de Montserrat?
Ésta es la pregunta del millón (de multas), contesta el humorista del barrio.
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