sábado, 15 de diciembre de 2012

CUANDO HAY SILENCIOS QUE HABLAN

Hablando, hablando, diciendo una palabra tras otra, e intentando explicarlas más de la cuenta con nuevas frases, se fue quedando sin palabras. 
Una a una se le fueron gastando todas, y al final se quedó sin nadie con quien poder hablar en el barrio, ya que no entendían las palabras que él decía. Entonces, optó por el silencio, ahora ya estaría solo, se dijo, sin más palabras y sin nadie alrededor.
Pero fue justo entonces cuando más preguntaron por él y sospecharon de su silencio. Lo persiguieron, Y por fin lo encontraron y lo silenciaron para siempre. 
Si ya no hablaba con nadie, si ya no decía una palabra tras otra, ¿por qué lo persiguieron y mataron ahora, precisamente cuando dejó de hablar?, se preguntaban algunos. 
Y alguien respondió que el caso estaba muy claro: sus silencios eran más peligrosos que sus palabras, pues ahora hablaba a escondidas, cuando nadie lo oía ni podía tener conocimiento y control de sus palabras. Ahora, cuando callaba, era más peligroso con sus silencios que con las palabras que entes decía.  
Pero hay otros que afirman que el problema en realidad era otro: nadie se hubiera preocupado de sus palabras o de sus silencios si, en lugar de decir sus propias palabras, hubiera aceptado decir y repetir las palabras de los otros, las palabras inofensivas cuyo uso ya se había establecido en el barrio desde tiempo inmemorial.

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