Foto: Judith Xifré
Despavoridos,
huyen los ángeles
de la tierra incendiada.
Sin ensueño mediador,
las palabras,
ordenadas
según
un ritmo musical,
ascenderán,
con las palomas cojas, picoteadas,
de los rincones de las calles
donde malvivían.
Juntas, heridas, abandonadas,
palomas y palabras
actuarán,
en suplencia de los ángeles,
como mediadoras de amor
en las casas,
en la tierra.
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