Foto: J.X.
En
la Calle de los Arbustos, se reconocen enseguida.
Los solitarios que arrastran un pesar, se reconocen de lejos, se adivinan unos a otros, en la Calle de los Arbustos.
Acaso por la manera de andar, inclinando un hombro.
Tal vez, a medida que se aproximan entre sí, ya sea de noche o de día, por la forma en que miran y se sonríen, tristes, como si hubieran olvidado el ramo de flores más importante de su vida.
Unas gotas de sangre señalan la falta de orientación en el asfalto, como si todos hubiesen muerto unos días antes de la boda, en la Calle de los Arbustos, donde se reconocen.
2 comentarios:
Tu relato me ha hecho venir a la memoria esas calles antiguas de Barcelona que ya no existen, solitarias y con una hilera de arboles enormes a ambos lados de las aceras llenas de hojarasca, y con pequeñas casas de una sola planta salpicadas aquí y allá. Además, como yo creo mas en el bosque de los espíritus que en el bosque de los marcianitos, tu calle me parecería igual de hechicera que las que te he comentado.
Benditas calles donde nada ni nadie se esconde de la tristeza y el dolor. Donde los que sufren buscan como consuelo compartir esa "sangre derramada" por desorientación. Recorrer esas calles con sus arbustos, traerá el perdón de los que aun si ser culpables, van clamando.
Publicar un comentario