Foto: J.X.
Eran dos viejos amantes que, pasada la medianoche, salían de su tumbas y bailaban un vals.
Mientras bailaban, ambos silbaban la melodía de un famoso vals, El Danubio Azul.
Sus pasos de baile eran como suaves tropezones alrededor de un ciprés.
Después del baile, cada uno regresaba a su nicho.
Los viejos amantes se habían suicidado juntos. Pero como no estaban casados ni habían previsto nada para el día después de su muerte, los descendientes enterraron a cada uno en el nicho que las familias respectivas tenían alquilado.
Por eso estaban separados en nichos distintos y, para verse, se citaban cada día, pasada la medianoche, junto a un ciprés. Se daban la mano, paseaban un rato y, antes de despedirse, bailaban un vals alrededor del ciprés, con suaves tropezones.
Mañana volverían a la cita.
1 comentario:
Comentario de "Una lectora corriente":
Debe ser hermoso bailar cada día un vals con tu antiguo amante, ahora vecino o vecina de nicho. Esta historia me recuerda que antes de morir debo expresar mis deseos para la futura vida/muerte. Pienso en lo dulce que debe ser compartir estancia y eternidad con la persona amada mientras suena el Danubio Azul
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