Foto: J.X.
Se oyen unos susurros en el rellano de la escalera.
Se acerca a la puerta y escucha.
Son los espíritus del bosque: se están poniendo de acuerdo para entrar en casa y convencerle que suba cuanto antes al bosque de los espíritus, por donde se pasean las novias y los novios muertos, esperando que suban los pretendientes extraviados de abajo y les hablen. Y así puedan proseguir la ternura interrumpida, escindida de súbito el peor día.
Las cosas del corazón, y cuanto más si hay una herida profunda que no cicatriza, no deben demorarse tanto tiempo -escucha él que debaten en el rellano, entre susurros.
Ni aquí arriba ni allá abajo, dicen, es bueno retrasar la cita, el reencuentro de unos con otros, los separados por la muerte.
Las cosas del corazón, malheridas, partidas a trozos por los rayos del sol oscurecido y por una luz de luna que ensangrienta el mar, esperan emerger del fondo junto a los enamorados náufragos, ahogados por la vida, y ascender con ellos al bosque de los espíritus.
Abre la puerta y les interrumpe. Entran en casa con un ramo de flores marchitas. Saben que son las preferidas de él.
1 comentario:
Delicioso relato donde el poeta nos ofrece una de sus mejores prosas poéticas.
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