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Enfrente del balcón de la casa de la novia difunta, hay otro balcón con una jaula y un pajarillo amarillo, un canario, “el pajarito limón”, como él lo llama, que en primavera y en verano se pasa el día cantando, y canta más cuando ve a alguien en otro balcón o asomado a la ventana.
Es un pájaro que está solo y abandonado.
Hay otros pájaros que están solos, pero no abandonados, al igual que las personas.
Aunque uno viva solo, e incluso muy solo, siempre hay alguien dispuesto a no abandonarte. Por lo tanto, estás solo, pero no abandonado.
El pajarito limón que vive y canta enfrente del balcón de la casa de la novia difunta, está solo y abandonado.
Y él lo mira con tristeza y le hace compañía, silbando un poco de balcón a balcón.
El pajarito limón agradece el silbido y responde esforzándose en mejorar el sonido y la duración del canto, en embellecerlo, para el vecino de enfrente.
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Nota al poema en prosa, escrita unos días después:
Acaso todo tenga una explicación terrenal y sobrenatural a la vez: en una ocasión él y la novia difunta sepultaron a su pájaro cantor, amarillo, es decir, a un “pajarito limón” que tenían en casa -el cual murió, según el veterinario, de una infección-, bajo la tierra húmeda de una de las macetas del balcón, en la que floreció una planta silvestre de espigas doradas, como si fueran plumas amarillas.
1 comentario:
Siempre seguiremos preguntándonos si esas espigas doradas de la maceta sepulcro del pajarito limón, son plantas o son las plumas amarillas del pajarito que no quiere ser abandonado, ni abandonar a quien lo acogió durante su vida. Una manera de acompañar y de agradecer.
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