Foto: J.X.
Calle arriba, subiendo hasta la penúltima esquina, una vez allí, hay que girar a mano izquierda, andar diez u once pasos más y entonces alzar la cabeza. Verás un balcón en el que hay una maceta con flores de tallo largo.
Con los hilos elásticos de la imaginación, puedes alcanzar el balcón y agarrarte a la maceta. No te preocupes, puede sostener el peso.
Los tallos de esas flores son tan resistentes, aguantan tanto el peso de las palabras y de los nombres, que volverás a sentir el roce de nuevas palabras perfumando la boca.
Al descender, cuando los tallos de las flores te depositen en el suelo de la calle, ya estarás en condiciones de anotar en un trozo de papel algunas palabras. Podrás decir, por ejemplo, que, si bien hace unos momentos no tenías fuerzas ni para escribir, ahora, en cambio, estás dispuesto a decirlo todo, con el aroma de nuevas palabras.
1 comentario:
Unn relato lleno de creación, deseos y sueños llenos de delicadeza. Podemos imaginar balancearnos en estas flores de tallos elásticos y dejarnos llevar por su aroma hasta regresar de nuevo a la tierra.
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