jueves, 4 de junio de 2020

COMO FLORES DE HIERRO


Foto: J.X.

La soledad es llevadera -dice uno de los espíritus, el mismo que habla con el interior de las piedras-, mientras no surjan púas en las paredes de las casas y te amenacen.
Púas que brotan como flores de hierro, que, al andar por el pasillo y al entrar en las habitaciones, corres el peligro de que te desgarren la piel con más soledad, con más vacío punzante.
Sin embargo, en la cocina y en el lavabo, si las paredes están medio o totalmente embaldosadas, hay menos peligro.
Pero nunca está de más vigilar a diario que esas púas no comiencen a insinuarse, asomando por los intersticios que el tiempo y la humedad erosionan entre las baldosillas, separándolas. Y de este modo, poco a poco, acaben por brotar flores de hierro desgarradoras.
Más que esas flores de hierro, desgarra la piel del alma no poder olvidar la visión de cómo la muerte se va apoderando de la boca abierta, del paladar, de la lengua y de los labios secos de un ser querido, hasta reducir la boca, el paladar y la lengua al silencio, con los labios secos, dice él.
Cómo olvidar la visión encarnada de la muerte, la muerte hecha carne aún, dice una voz que resuena en el interior de una piedra.

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