lunes, 22 de octubre de 2018

ROMPIENDO MOLDES...



Por lo menos, hay alguien que rompe moldes en la política española, hablando primero con Junqueras y ahora con Puigdemont, comenta el politólogo del barrio leyendo titulares de prensa.
¡Todos son unos gamberros que quieren profanar el Valle de los Caídos y hablan con delincuentes!, replica la cuñada del dentista.
¡Ver para creer, manchan nuestras esencias con proclamas contra la Madre Iglesia y los buenos tradicionalistas de toda la vida!, añade una desconocida.
¿Se refieren al Parque Jurásico?, pregunta la nieta del anarquista.
Lee la hermana del informático en Wikipedia: " El filme se desarrolla en la ficticia isla Nublar, ubicada frente a la costa del Pacífico de Costa Rica, donde un filántropo multimillonario y un equipo de científicos genetistas han creado un parque de vida silvestre de dinosaurios clonados."
Una buena película de aventuras fantásticas, apunta la hija de la bibliotecaria. Mi madre tuvo un novio del Jurásico que siempre andaba conspirando entre obispos, añade.
¡Como en la tercera parte del Padrino!, exclama el poeta romántico del barrio.
¿En la poesía también hay mafias, traiciones y crímenes?, pregunta el humorista.
No seré yo quien venda a mis contrarios, ¡no quiero encontrarme una cabeza de caballo en la cama!, responde con sorna el poeta.
Hay que hablar con todo el mundo que no sea violento, dice la sobrina de la peluquera.
Y no trabajar y manipular para que los demás sean violentos y hagan el trabajo sucio en la calle, en lugar de manifestarse de una manera pacífica (o cobarde, como dirían esos opinadores de salón, copa y puro, que ven los toros y los conflictos desde la barrera), indica el humorista.
Pero hay muchos que afirman que en política hay que mancharse las manos, que el fin justifica los medios, sean cuales sean, advierte el politólogo.
Ya, pero no es lo mismo mancharse las manos de sangre, que manchárselas de tinta. Me quedo con la tinta, contesta el periodista en paro.
Los medios reaccionarios de aquí y de allá gritan su rabia intolerante, su desprecio, cuando ven que hay gente que sabe reunirse y dialogar con quien sea y cuando sea, comenta la vidente.
¡Oído, marchando, caña de cerveza y una de mejillones picantes!, exclama la dueña del bar.


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