sábado, 29 de septiembre de 2018

MANIFESTACIONES PELIGROSAS












Ocupan la plaza Sant Jaume de Barcelona ante la manifestación de policías

Son las 7 de la mañana. Grupos de catalanistas e independentistas pasan por el barrio gótico y se dirigen a la Plaça Sant Jaume para sumarse a los que ya están en la plaza desde hace más de una semana (excepto los días de las Festes de la Mercè en que fueron desalojados).
"Dos días antes del primer aniversario del 1-O, la JUSAPOL –Asociación Justicia Salarial para la Policía– y la Associació Observatori de la Catalanofòbia, habían notificado su intención de manifestarse en la céntrica plaza barcelonesa –con capacidad para 5.000 personas–, una doble propuesta que la Conselleria ha tumbado este jueves", lee la hermana del informático en el bar (lavanguardia.com).
El objetivo catalanista es evitar que llegue hasta la Generalitat esa manifestación de la policía española, que sería una humillación después de lo que ocurrió el 1-O y la aplicación del 155, comenta la sobrina de la peluquera.
La Conselleria de Interior ha decidido que se manifiesten lejos unos de otros, indica la vidente del barrio.
De todos modos, algunos advierten que aún estarán demasiado cerca, puesto que la de la policía lo hará en Via Laietana, frente a la antigua Jefatura Superior de Policía, que, en la época franquista, se hizo horrorosamente famosa por torturar y encarcelar a sindicalistas, comunistas, anarquistas, catalanistas, etc, y la Plaça Sant Jaume queda bastante cerca del lugar donde está ubicada esta comisaría. Sólo estarán separados por un tramo de Via Laietana y algunas callejuelas del barrio de la Catedral de Barcelona, explica el politólogo del barrio.
Mal asunto, manifestaciones peligrosas en lugar de concordia y diálogo, apunta la nieta del anarquista pacifista.
Esperemos que no pase nada, en estos tiempos de tanto conflicto y alboroto, dice la dueña del bar.
¡Todo es desacato, subversión!, replica la cuñada del dentista.
¡Quién, si no, defenderá las esencias patrias!, añade la fiscal del barrio, que no es fiscal, sino vecina que fiscaliza en el bar.
Lo que hay es poco razonamiento y sentido común por todas partes, advierte la vidente.
Me ha dicho el humorista que está resfriado y no quiere salir de casa, informa la hija de la bibliotecaria.
¡Poetas y humoristas, vaya tropa!, exclama el periodista en paro.

¡Oiga, sin insultar, que yo estoy en la calle, en el bar, y el pobre humorista está con fiebre!, replica el poeta romántico del barrio. 

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